sábado, 3 de diciembre de 2016

3º Domingo de Adviento (2015) Ciclo C.


1  3º Domingo de Adviento (2015) Ciclo C. La alegría en el Señor. Pablo escribe a los filipenses desde la cárcel e invita a la alegría. La alegría cristiana proviene de la fe y se manifiesta incluso en las adversidades. El Señor es semejante al agricultor que con el bieldo eleva la paja para que se la lleve el viento, separándola del trigo. El Señor que viene (el Niño Dios al que festejaremos en la Navidad) distinguirá entre el grano y la paja en nuestras vidas. El fuego hace desaparecer las escorias y que brillen los metales preciosos. La acción de quemar no tiene como meta la destrucción sino la liberación. Jesús nos libera del mal. La alegría de Jesucristo. Estamos llamados a participar de la alegría de Jesús. La alegría de estar dentro del amor de Dios comienza ya aquí abajo  Cfr. Tercer Domingo de Adviento, Ciclo C. 13 de diciembre de 2015 - Sofonías 3, 14-18a; Filipenses 4, 4-7; Lucas 3, 10-18 1ª Lectura Sofonías 3, 14-18a: 14 Alégrate hija de Sión, grita de gozo Israel, regocíjate y disfruta con todo tu ser, hija de Jerusalén. 15 El Señor ha revocado tu sentencia, ha expulsado a tu enemigo. El rey de Israel, el Señor, está en medio de ti, no temas mal alguno. 16 Aquel día se dirá a Jerusalén: «¡No temas! ¡Sión, no desfallezcas!». 17 El Señor tu Dios está en medio de ti, valiente y salvador; se alegra y goza contigo, te renueva con su amor; exulta y se alegra contigo 18 como en día de fiesta. Isaías 12, 2-3; 2 Él es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación». 3 Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación. 4 «Dad gracias al Señor, invocad su nombre, contad a los pueblos sus hazañas. 5 Tañed para el Señor, que hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra; 6 gritad jubilosos, habitantes de Sión, porque es grande en medio de ti el Santo de Israel. 2ª Lectura (Filipenses 4,4-7): Hermanos míos: 4 Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos. 5 Que vuestra comprensión sea patente a todos los hombres. El Señor está cerca. 6 No os preocupéis por nada; al contrario: en toda oración y súplica, presentad a Dios vuestras peticiones con acción de gracias. 7 Y que la paz de Dios que supera todo entendimiento custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Lucas 3, 10-18: 10 La gente le preguntaba: «Pues ¿qué debemos hacer?» 11 Y él les respondía: «El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, que haga lo mismo.» 12 Vinieron también publicanos a bautizarse, y le dijeron: «Maestro, ¿qué debemos hacer?» 13 El les dijo: «No exijáis más de lo que os está fijado.» 14 Le preguntaron también unos soldados: «Y nosotros ¿qué debemos hacer?» El les dijo: «No hagáis extorsión a nadie, no hagáis denuncias falsas, y contentaos con vuestra soldada.» 15 Como el pueblo estaba a la espera, andaban todos pensando en sus corazones acerca de Juan, si no sería él el Cristo; 16 respondió Juan a todos, diciendo: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, y no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizará en Espíritu Santo y fuego. 17 En su mano tiene el bieldo para limpiar su era y recoger el trigo en su granero; pero la paja la quemará con fuego que no se apaga.» 18 Y, con otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo la Buena Nueva. El Señor tu Dios está en medio de ti, se alegra y goza contigo. (Primera Lectura, Sofonías 3, 17) Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos. El Señor está cerca. (Segunda Lectura, Filipenses 4, 4-5) Gritad jubilosos «Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel» (Salmo Reponsorial, Isaías 12,6) 1. El proyecto de Dios.  Su proyecto, su providencia, sus preceptos son oferta de salvación; motivo de alegría. 2 o Salmo 1 • La ley de Dios (su proyecto, su providencia, sus preceptos, etc.) es una oferta de salvación: oferta de amor que da frutos; si la aceptamos, somos dichosos, felices; y daremos buenos frutos «como árboles plantados junto al río»; pero, si no aceptamos su oferta, terminamos como la paja que se lleva el viento. Es lo que leemos en el salmo 1, viernes de la segunda semana de Adviento, en la liturgia de la Misa, salmo 1: 1 ¡Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni se entretiene en la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los necios, 2 sino que pone su gozo en la ley del Señor, meditándola día y noche! 3 Es como un árbol plantado junto al río, que da a su tiempo el fruto, y sus hojas no se marchitan; todo lo que hace le sale bien.4 No sucede lo mismo con los malvados, que son como paja que se lleva el viento. 5 No prevalecerán en el juicio los malvados ni los pecadores en la asamblea de los justos. 6 Porque el Señor conoce el camino de los justos, pero el camino de los impíos conduce a la perdición. o En la conversión al Niño Dios radica la alegría  Jesús se propone como Camino, Verdad y Vida: pide que nos convirtamos a Él. • Ese Niño que contemplaremos especialmente durante la Navidad, se propondrá a sí mismo como «camino, verdad y vida»: “Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí»” (Juan 14,6); Ese Niño se propondrá a sí mismo (Mateo 21, 42) como la piedra descartada por los constructores (cfr. Salmo 118,22), que fue elegida por Dios (cfr. Isaías 28, 16), como roca sobre la que se construye la Iglesia, nuevo pueblo de Dios. • Su venida es una llamada a que nos convirtamos a El. En esa oferta radica la alegría, y la felicidad. • Seremos juzgados con relación a esa oferta que nos hará el Niño Dios; dicho con otras palabras, Jesús nos pide que nos convirtamos a Él; y, a través de Él, que nos convirtamos a Dios; precisamente esta conversión, aceptar su salvación, sus leyes, sus preceptos, su proyecto, es el fundamento de la alegría. 2. La alegría en el Señor: «Alegraos siempre en el Señor» Segunda Lectura  Pablo escribe a los filipenses desde la cárcel e invita a la alegría o La alegría cristiana proviene de la fe y se manifiesta incluso en las adversidades. • Pablo escribe a los filipenses desde la cárcel. A pesar de esta situación desfavorable, invita a la alegría, que hay que buscar en Dios. Pablo, a pesar de las cadenas está lleno de gozo. • La alegría cristiana: - proviene de la fe, como en el caso del eunuco que, después de ser bautizado por el diácono Felipe, siguió gozoso su camino (Cf. Hechos 8, 36-39); también el carcelero, después de su conversión, “se alegró con toda su familia por haber creído en Dios” (Cf. Hechos 16, 29-34); los capítulos 1 y 2 del Evangelio según s. Lucas están impregnados de alegría porque se han cumplido las promesas sobre el Señor; - se manifiesta incluso en medio de las adversidades: los Apóstoles, después de haber sido azotados por orden del Sanedrín, cuando fueron dejados libres se marcharon “contentos por haber sido considerados dignos de sufrir ultrajes por el nombre del Señor” (Hechos 5,41); Santiago en su carta, dice que los cristianos deben considerar como una gran gozo el estar “rodeados por toda clase de pruebas” (Santiago 1, 2); San Pablo dice a los cristianos de Corinto: Estoy muy orgulloso de vosotros. Estoy lleno de consuelo y sobreabundo de gozo en todas nuestras tribulaciones” (2 Cor 7,4).  La alegría y la imagen del bieldo y del fuego en el Evangelio de hoy. Cfr. Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture Anno C, III domenica di Avvento, I ed economica 1999. o El Señor es semejante al agricultor que con el bieldo eleva la paja para que se la lleve el viento, separándola del trigo.  El Señor que viene (el Niño Dios al que festejaremos en la Navidad) distinguirá entre el grano y la paja en nuestras vidas. • El Señor tiene el bieldo: Lucas 3, 17 «En su mano tiene el bieldo para limpiar su era y recoger el trigo 3 en su granero; pero la paja la quemará con fuego que no se apaga». - El bieldo es un utensillo agrícola a modo de tenedor, constituido por varios dientes insertos en una pieza a la que va unido un mango largo, que se emplea para diversas operaciones agrícolas: por ejemplo, para aventar o para izar y cargar los haces de mies. En este caso, para aventar (bieldar) el grano de modo que se separe de la paja que se lleva el viento. Esta imagen era muy bien entendida por los que escuchaban a Juan el Bautista. El Señor que viene (el Niño Dios que festejaremos en la Navidad) distinguirá entre grano y paja, es decir, entre el grano y la paja en nuestras vidas ... - El salmo 1 nos habla del siguiente modo sobre el hombre impío: 4 ¡No así los impíos, no así! Que ellos son como paja que se lleva el viento. o El fuego hace desaparecer las escorias y que brillen los metales preciosos  La acción de quemar no tiene como meta la destrucción sino la liberación. Jesús nos libera del mal. • El fuego es bastante más potente para hacer desaparecer las escorias y que brillen los metales preciosos. Corroe hasta la raíz la realidad que entra en contacto con él. Esta presentación de la figura del Señor que hace Juan el Bautista, puede parecer, a primera vista, negativa. En realidad, tiene un valor radical muy preciso que es una novedad que introduce Cristo: él libera totalmente al hombre de su mal, atacando en la raíz su fuerza destructiva. La acción de quemar no tiene como meta la destrucción sino la liberación. o La aplicación de la imagen del bieldo y del fuego a la conciencia del hombre Cfr. Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture Anno C, III domenica di Avvento, I ed economica 1999. • Esa imagen del fuego hace que Cristo no se reduzca a una figura como vaporosa dulzona, ya que nos pone ante elecciones que con más o menos frecuencia son desgarradoras, como se deduce del oráculo que pronunció Simeón ante el niño Jesús: « Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción» (Lc 2,34). También dijo: 34 « No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada». • Podemos aplicar la imagen del bieldo y del fuego a la conciencia del hombre: - El Señor no da lugar al compromiso, no permite fugas estratégicas, no tolera medias medidas y equilibrismos, no se puede estar con él y con su adversario. - Todo creyente debe dirigir a su conciencia la pregunta que hacen a Juan el Bautista algunas personas: ¿qué debemos hacer? - Dostoevskij, en Memorias del subsuelo (1865): “El hombre es una criatura frívola e incoherente, y tal vez, como el jugador de ajedrez, ama sólo el desarrollo del juego, pero no la conclusión”. - El compromiso moral no es un “optional” sino que se da en el corazón mismo del mensaje cristiano; san Pablo en todas sus Cartas, después de la parte teológica dedica una segunda parte al compromiso concreto y cotidiano.  Las palabras exigentes del Señor hacen experimentar una paz y serenidad profundad. • Quien se decide por seguir las palabras exigentes del Señor, experimenta una paz y una serenidad profundas, y el miedo se transforma en confianza. - A esto se refiere el salmo Responsorial de hoy, tomado del libro de Isaías (12, 2-6): 2 He aquí a Dios mi Salvador: estoy seguro y sin miedo, pues Yahveh es mi fuerza y mi canción, él es mi salvación, » 3 Sacaréis agua con gozo de los hontanares de salvación. » 4 y diréis aquel día: « Dad gracias a Yahveh, aclamad su nombre, divulgad entre los pueblos sus hazañas, pregonad que es sublime su nombre. 5 Cantad a Yahveh, porque ha hecho algo sublime, que es digno de saberse en toda la tierra. 6 Dad gritos de gozo y de júbilo, moradores de Sión, que grande es en medio de ti el Santo de Israel. - También encontramos esa llamada a alegrarnos en el Señor en la segunda Lectura (Filipenses 4, 6- 7): Gozaos siempre en el Señor; otra vez os digo, gozaos. .... No tengáis solicitud de cosa alguna (no os agobiéis por cosa alguna) ... la paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento, guarde vuestros corazones y vuestros sentimientos en Jesucristo.  La alegría se manifiesta incluso en medio de las adversidades • La alegría se manifiesta incluso en medio de las adversidades: los Apóstoles, después de haber sido 4 azotados por orden del Sanedrín, cuando fueron dejados libres se marcharon “contentos por haber sido considerados dignos de sufrir ultrajes por el nombre del Señor” (Hechos 5,41); Santiago en su carta, dice que los cristianos deben considerar como una gran gozo el estar “rodeados por toda clase de pruebas” (Santiago 1, 2); San Pablo dice a los cristianos de Corinto: “Estoy muy orgulloso de vosotros. Estoy lleno de consuelo y sobreabundo de gozo en todas nuestras tribulaciones” (2 Corintios 7,4).  Aún en las etapas duras de la vida, siempre permanece al menos como un brote de luz que nace de la certeza personal de ser infinitamente amado. El amor del Señor no se ha acabado. Cfr. Exhortación Apostólica de Francisco «Evangelii gaudium» (24 de noviembre de 2013) • n. 6: Hay cristianos cuya opción parece ser la de una Cuaresma sin Pascua. Pero reconozco que la alegría no se vive del mismo modo en todas las etapas y circunstancias de la vida, a veces muy duras. Se adapta y se transforma, y siempre permanece al menos como un brote de luz que nace de la certeza personal de ser infinitamente amado, más allá de todo. Comprendo a las personas que tienden a la tristeza por las graves dificultades que tienen que sufrir, pero poco a poco hay que permitir que la alegría de la fe comience a despertarse, como una secreta pero firme confianza, aun en medio de las peores angustias: «Me encuentro lejos de la paz, he olvidado la dicha […] Pero algo traigo a la memoria, algo que me hace esperar. Que el amor del Señor no se ha acabado, no se ha agotado su ternura. Mañana tras mañana se renuevan. ¡Grande es su fidelidad! […] Bueno es esperar en silencio la salvación del Señor» (Lm 3,17.21-23.26). o La alegría y el Espíritu Santo • La alegría es fruto del Espíritu Santo: Gálatas 5,22; “No consiste el Reino de Dios en comer ni beber, sino que es justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo” (Romanos 14, 17); “Los discípulos quedaron llenos de alegría en el Espíritu Santo” (Hechos 13,52) 3. La alegría del Señor Jesús Cfr. Pablo VI, Exhortación Apostólica «Gaudete in Domino», 9 de mayo de 1975.  Nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor. n. 22. Nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor. El gran gozo anunciado por el ángel, la noche de Navidad, lo será de verdad para todo el pueblo (cf. Lc 8,10), tanto para el de Israel que esperaba con ansia un Salvador, como para el pueblo innumerable de todos aquellos que, en el correr de los tiempos, acogerán su mensaje y se esforzarán por vivirlo. Fue la Virgen María la primera en recibir el anuncio del ángel Gabriel y su Magnificat era ya el himno de exultación de todos los humildes. Los misterios gozosos nos sitúan así, cada vez que recitamos el Rosario, ante el acontecimiento inefable, centro y culmen de la historia: la venida a la tierra del Emmanuel, Dios con nosotros. Juan Bautista, cuya misión es la de mostrarlo a Israel, había saltado de gozo en su presencia, cuando aún estaba en el seno de su madre (cf. Lc 1,44). Cuando Jesús da comienzo a su ministerio, Juan «se llena de alegría por la voz del Esposo» (Jn 3,29).  El ha experimentado en su humanidad todas nuestras alegrías. o El, palpablemente, ha conocido, apreciado, ensalzado toda una gama de alegrías humanas, de esas alegrías sencillas y cotidianas que están al alcance de todos. n. 23. Hagamos ahora un alto para contemplar la persona de Jesús, en el curso de su vida terrena. El ha experimentado en su humanidad todas nuestras alegrías. El, palpablemente, ha conocido, apreciado, ensalzado toda una gama de alegrías humanas, de esas alegrías sencillas y cotidianas que están al alcance de todos. La profundidad de su vida interior no ha desvirtuado la claridad de su mirada, ni su sensibilidad. Admira los pajarillos del cielo y los lirios del campo. Su mirada abarca en un instante cuanto se ofrecía a la mirada de Dios sobre la creación en el alba de la historia. El exalta de buena gana la alegría del sembrador y del segador; la del hombre que halla un tesoro escondido; la del pastor que encuentra la oveja perdida o de la mujer que halla la dracma; la alegría de los invitados al banquete, la alegría de las bodas; la alegría del padre cuando recibe a su hijo, al retorno de una vida de pródigo; la de la mujer que acaba de dar a luz un niño. Estas alegrías humanas tienen para Jesús tanta mayor consistencia en cuanto son para él signos de las alegrías espirituales del Reino de Dios: alegría de los hombres que entran en este Reino, vuelven a él o 5 trabajan en él, alegría del Padre que los recibe. Por su parte, el mismo Jesús manifiesta su satisfacción y su ternura, cuando se encuentra con los niños deseosos de acercarse a él, con el joven rico, fiel y con ganas de ser perfecto; con amigos que le abren las puertas de su casa como Marta, María y Lázaro. Su felicidad mayor es ver la acogida que se da a la Palabra, la liberación de los posesos, la conversión de una mujer pecadora y de un publicano como Zaqueo, la generosidad de la viuda. El mismo se siente inundado por una gran alegría cuando comprueba que los más pequeños tienen acceso a la revelación del Reino, cosa que queda escondida a los sabios y prudentes (Lc 10,21). Sí, «habiendo Cristo compartido en todo nuestra condición humana, menos en el pecado» [5], él ha aceptado y gustado las alegrías afectivas y espirituales, como un don de Dios. Y no se concedió tregua alguna hasta que no «hubo anunciado la salvación a los pobres, a los afligidos el consuelo» (cf. Lc 14,18). El evangelio de Lucas abunda de manera particular en esta semilla de alegría. Los milagros de Jesús, las palabras del perdón son otras tantas muestras de la bondad divina: la gente se alegraba por tantos portentos como hacía (cf. Lc 13,17) y daba gloria a Dios. Para el cristiano, como para Jesús, se trata de vivir las alegrías humanas, que el Creador le regala, en acción de gracias al Padre.  La alegría de saberse amado por su Padre n. 24. Aquí nos interesa destacar el secreto de la insondable alegría que Jesús lleva dentro de sí y que le es propia. Es sobre todo el evangelio de san Juan el que nos descorre el velo, descubriéndonos las palabras íntimas del Hijo de Dios hecho hombre. Si Jesús irradia esa paz, esa seguridad, esa alegría, esa disponibilidad, se debe al amor inefable con que se sabe amado por su Padre. Después de su bautismo a orillas del Jordán, este amor, presente desde el primer instante de su Encarnación, se hace manifiesto: «Tu eres mi hijo amado, mi predilecto» (Lc 3,22). Esta certeza es inseparable de la conciencia de Jesús. Es una presencia que nunca lo abandona (cf. Jn 16,32). Es un conocimiento íntimo el que lo colma: «El Padre me conoce y yo conozco al Padre» (Jn 10,15). Es un intercambio incesante y total: «Todo lo que es mío es tuyo, y todo lo que es tuyo es mío» (Jn 17,19). El Padre ha dado al Hijo el poder de juzgar y de disponer de la vida. Entre ellos se da una inhabitación recíproca: «Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí» (Jn 14,10). En correspondencia, el Hijo tiene para con el Padre un amor sin medida: «Yo amo al Padre y procedo conforme al mandato del Padre» (Jn 14,31). Hace siempre lo que place al Padre, es ésta su «comida» (cf. Jn 8,29; 4,34). Su disponibilidad llega hasta la donación de su vida humana, su confianza hasta la certeza de recobrarla: «Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida, para recobrarla de nuevo» (Jn 10,17). En este sentido, él se alegra de ir al padre. No se trata, para Jesús, de una toma de conciencia efímera: es la resonancia, en su conciencia de hombre, del amor que él conoce desde siempre, en cuanto Dios, en el seno de Padre: «Tú me has amado antes de la creación del mundo» (Jn 17,24). Existe una relación incomunicable de amor, que se confunde con su existencia de Hijo y que constituye el secreto de la vida trinitaria: el Padre aparece en ella como el que se da al Hijo, sin reservas y sin intermitencias, en un palpitar de generosidad gozosa, y el Hijo, como el que se da de la misma manera al Padre con un impulso de gozosa gratitud, en el Espíritu Santo.  Estamos llamados a participar de la alegría de Jesús n.25. De ahí que los discípulos y todos cuantos creen en Cristo, estén llamados a participar de esta alegría. Jesús quiere que sientan dentro de sí su misma alegría en plenitud: «Yo les he revelado tu nombre, para que el amor con que tú me has amado esté en ellos y también yo esté en ellos» (Jn 17,26). o La alegría de estar dentro del amor de Dios comienza ya aquí abajo n.26. Esta alegría de estar dentro del amor de Dios comienza ya aquí abajo. Es la alegría del Reino de Dios. Pero es una alegría concedida a lo largo de un camino escarpado, que requiere una confianza total en el Padre y en el Hijo, y dar una preferencia a las cosas del Reino. El mensaje de Jesús promete ante todo la alegría, esa alegría exigente; ¿no se abre con las bienaventuranzas? «Dichosos vosotros los pobres, porque el Reino de los cielos es vuestro. Dichosos vosotros lo que ahora pasáis hambre, porque quedaréis saciados. Dichosos vosotros, los que ahora lloráis, porque reiréis» (Lc 6,20-21). [5] Plegaria eucarística n. IV; cf. Heb 4, 15) www.parroquiasantamonica.com Vida Cristiana

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.

Imprimir

Printfriendly