sábado, 24 de diciembre de 2016

La reproducción asistida.



1 La reproducción asistida. La cuestión de si los bebés nacidos por técnicas de reproducción asistida presentan mayores riesgos de defectos congénitos ha sido un tema debatido. Ahora un estudio publicado en el New England Journal of Medicine analiza en detalle este asunto, y confirma la existencia de mayores riesgos aunque se discuta la influencia de otros factores. Cfr. La reproducción asistida incrementa el riesgo de defectos congénitos ACEPRENSA - 16.MAY.2012 La cuestión de si los bebés nacidos por técnicas de reproducción asistida presentan mayores riesgos de defectos congénitos ha sido un tema debatido. Ahora un estudio publicado en el New England Journal of Medicine (1) analiza en detalle este asunto, y confirma la existencia de mayores riesgos aunque se discuta la influencia de otros factores. La técnica de la inyección intracitoplásmica de esperma (ICSI) es la que presenta mayor riesgo de defectos congénitos Este trabajo resulta particularmente significativo por la gran cantidad de nacimientos y embarazos que ha estudiado: más de 300.000 a lo largo de casi 25 años. Entre ellos han incluido también los embarazos que no han prosperado por defectos congénitos en el feto, aunque solo cuando este ha superado las 20 semanas de vida. Además, han seguido las evoluciones de los recién nacidos durante sus cinco primeros años, para documentar, si fuera el caso, la aparición de enfermedades que hubieran pasado desapercibidas o no se hubieran desarrollado en los meses siguientes al parto. Una objeción contra la representatividad del estudio es que todos los datos pertenecen a dos clínicas del estado australiano de South Australia, y por lo tanto los resultados pueden sobredimensionar los rasgos de salud propios de la población de esa zona, distorsionando las conclusiones. La edad de las madres y la selección genética La principal conclusión del estudio es que los bebés nacidos por las distintas técnicas de reproducción asistida (TRA) tienen más riesgo de sufrir defectos que los engendrados por fecundación natural. Pero esa diferencia se reduce cuando se tienen en cuenta factores externos a la técnica, como por ejemplo la edad media de las madres que conciben un hijo por reproducción asistida, mayor que la de las madres “naturales”. De las distintas TRA el estudio se centra sobre todo en la fecundación in vitro (FIV) y la inyección intracitoplásmica de esperma (ICSI), una variante de la FIV en la que un espermatozoide seleccionado se inyecta directamente en el óvulo. Por lo general, la ICSI se prescribe a parejas con especiales problemas de fertilidad, cuando la fecundación del óvulo ni siquiera se consigue en un simple cultivo. Por eso, es lógico que los niños nacidos por ICSI tengan más probabilidades de nacer con defectos que los nacidos por FIV, y muchas más que los nacidos por fecundación natural, ya que el historial de infertilidad es 2 muy acusado, aunque por otra parte el material genético ha pasado por un proceso de selección mayor. La influencia de este historial en los resultados es el punto más discutible –y el más pretendidamente ambiguo– del estudio. “No está claro –se dice en la primera página– si la mayor presencia proporcional de defectos en los nacidos por FIV o ICSI se debe atribuir a las características de los pacientes [historial de infertilidad] más que a los tratamientos en sí”. Otros factores que influyen El estudio utiliza una serie de factores de ajuste que tienen que ver, aparte de la edad de la madre, con la etnia, los hábitos de vida más o menos saludables de la madre durante el embarazo, el estrato socioeconómico de la familia, año de nacimiento y sexo del bebé, o incluso la ocupación del padre y la madre. Se trata de aislar la influencia de las TRA de la de otros factores que intervienen en la salud del recién nacido. Sin embargo, llama la atención que en todo el artículo no haya una sola mención a otro factor que de manera muy importante sirve para calibrar el éxito o fracaso de la reproducción asistida: el alto número de embriones utilizados para cada embarazo. Tanto en la FIV como en la ICSI se da un primer proceso de criba que no hay en la fecundación natural, por lo que los embarazos producidos por estas técnicas parten con una cierta ventaja competitiva respecto de los naturales. En cualquier caso, y a pesar de la ausencia de un factor de ajuste tan significativo, las cifras siguen mostrando una mayor prevalencia de defectos en los nacidos por reproducción asistida. En concreto, mientras que el 5,8% de los nacidos por fecundación natural han padecido –desde su nacimiento hasta los 5 años– alguno de los defectos estudiados, el porcentaje se eleva hasta el 8,3% en los que han nacido por reproducción asistida, 7,2% en el caso de FIV y 9,9% en el de ICSI. Esto supone un incremento de defectos de 1,26 y 1,77 respectivamente, siendo 1 el valor asignado a la tasa de defectos producidos en los embarazos naturales: por cada defecto en uno de estos embarazos se producen 1,26 y 1,77 cuando se recurre a la FIV o a la ICSI. Cuando estas ratios se someten a los ajustes antes mencionados, el riesgo de la FIV queda prácticamente neutralizado (ratio ajustada de 1,06) mientras que el de la ICSI sigue siendo alto (ratio ajustada de 1,57). Esta rebaja de la diferencia se explica fundamentalmente por la mayor edad media de las madres que recurren a la reproducción asistida, y también porque los embarazos múltiples –que entrañan más riesgos– son más frecuentes con TRA que con fecundación natural; aunque no conviene olvidar la criba preliminar de embriones que disminuye potencialmente los riesgos en la FIV y la ICSI. Además, otros factores también favorecen a las madres por reproducción asistida analizadas en el estudio: fuman menos durante el embarazo, pertenecen a estratos socioeconómicos más alto, hay una menor proporción de mujeres de minorías étnicas y por lo general tienen mejores trabajos. 3 Tanto en la FIV como en la ICSI, la incidencia de defectos disminuye cuando se utilizan embriones previamente congelados, lo que está relacionado en parte con la edad de la madre en la fecundación y también con que el proceso de descongelación sirve como un filtro que selecciona los embriones más fuertes, pues los más débiles mueren. Las patologías que más crecen Las patologías que más crecen con las TRA son, como también han señalado otros estudios (2), la parálisis cerebral (tres veces más frecuente que los nacimientos naturales), las enfermedades del corazón (ratio ajustada de 2,1) el labio leporino y la hendidura del paladar (2,4), la atresia esofágica (4,5) y la atresia ano-rectal (3,7). En cuanto a la salud de la madre, las TRA también provocan más trastornos que los nacimientos naturales, especialmente hipertensión, infecciones urinarias y anemia, con más del doble de incidencia en este último caso. En conjunto, parece claro que la FIV y la ICSI entrañan más riesgos para madre e hijo que la fecundación no asistida. El hecho de que parte de esos riesgos se deban a factores externos asociados al uso de estas técnicas –sobre todo la edad de las madres–, no debe entenderse como un eximente, puesto que los sucesivos estudios han venido demostrando que estos factores se pueden considerar ya como rasgos definitorios de estas técnicas, más que como meras circunstancias concomitantes. ______________________ NOTAS (1) M.J. Davies et al., “Reproductive Technologies and the Risk of Birth Defects”, New England Journal of Medicine (10-05-2012). (2) J. Reefhuis et al., Assisted reproductive technology and major structural birth defects in the United States, Human Reproduction (feb. 2009), y D. El-Chaar et al., Risks of birth defects increased in pregnancies concieved by assisted human reproduction, Fertility and Sterility (nov. 2009). www.parroquiasantamonnica.com Vida Cristiana

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