lunes, 6 de febrero de 2017

Algunos números del Catecismo de la Iglesia Católica sobre los cuidados hacia todos los que sufren. El respeto especial a quienes tienen una vida disminuida o debilitada. La interrupción de tratamientos onerosos, desproporcionados o extraordinarios. El uso de analgésicos para aliviar los sufrimientos del moribundo. Los cuidados paliativos. Las atenciones necesarias para ayudarles a vivir sus últimos momentos en la dignidad y la paz. La eutanasia. El encarnizamiento terapéutico.



Algunos números del Catecismo de la Iglesia Católica sobre los cuidados hacia todos los que sufren. El respeto especial a quienes tienen una vida disminuida o debilitada. La interrupción de tratamientos onerosos, desproporcionados o extraordinarios. El uso de analgésicos para aliviar los sufrimientos del moribundo. Los cuidados paliativos. Las atenciones necesarias para ayudarles a vivir sus últimos momentos en la dignidad y la paz. La eutanasia. El encarnizamiento terapéutico. 1503: Cristo, médico - La compasión de Cristo hacia los enfermos y sus numerosas curaciones de dolientes de toda clase (Cf Mateo 4, 24) son un signo maravilloso de que «Dios ha visitado a su pueblo» (Lucas 7, 16) y de que el Reino de Dios está muy cerca. Jesús no tiene solamente poder para curar, sino también de perdonar los pecados (Cf Marcos 2, 5-12): vino a curar al hombre entero, alma y cuerpo; es el médico que los enfermos necesitan (Cf Marcos 2, 17). Su compasión hacia todos los que sufren llega hasta identificarse con ellos: «Estuve enfermo y me visitasteis» (Mateo 25, 36). Su amor de predilección para con los enfermos no ha cesado, a lo largo de los siglos, de suscitar la atención muy particular de los cristianos hacia todos los que sufren en su cuerpo y en su alma. Esta atención dio origen a infatigables esfuerzos por aliviar a los que sufren. 2276: La eutanasia - Aquellos cuya vida se encuentra disminuida o debilitada tienen derecho a un respeto especial. Las personas enfermas o disminuidas deben ser atendidas para que lleven una vida tan normal como sea posible. 2277: Cualesquiera que sean los motivos y los medios, la eutanasia directa consiste en poner fin a la vida de personas disminuidas, enfermas o moribundas. Es moralmente inaceptable. Por tanto, una acción o una omisión que, de suyo o en la intención, provoca la muerte para suprimir el dolor, constituye un homicidio gravemente contrario a la dignidad de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador. El error de juicio en el que se puede haber caído de buena fe no cambia la naturaleza de este acto homicida, que se ha de rechazar y excluir siempre. 2278: La interrupción de tratamientos médicos onerosos, peligrosos, extraordinarios o desproporcionados a los resultados puede ser legítima. Interrumpir estos tratamientos es rechazar el «encarnizamiento terapéutico». Con esto no se pretende provocar la muerte; se acepta no poder impedirla. Las decisiones deben ser tomadas por el paciente, si para ello tiene competencia y capacidad o si no por los que tienen los derechos legales, respetando siempre la voluntad razonable y los intereses legítimos del paciente. 2279: Aunque la muerte se considere inminente, los cuidados ordinarios debidos a una persona enferma no pueden ser legítimamente interrumpidos. El uso de analgésicos para aliviar los sufrimientos del moribundo, incluso con riesgo de abreviar sus días, puede ser moralmente conforme a la dignidad humana si la muerte no es pretendida, ni como fin ni como medio, sino solamente prevista y tolerada como inevitable. Los cuidados paliativos constituyen una forma privilegiada de la caridad desinteresada. Por esta razón deben ser alentados. 2299: El respeto a los muertos - A los moribundos se han de prestar todas las atenciones necesarias para ayudarles a vivir sus últimos momentos en la dignidad y la paz. Deben ser ayudados por la oración de sus parientes, los cuales cuidarán que los enfermos reciban a tiempo los sacramentos que preparan para el encuentro con el Dios vivo. 2324: La eutanasia voluntaria, cualesquiera que sean sus formas y sus motivos, constituye un homicidio. Es gravemente contraria a la dignidad de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador.

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