viernes, 14 de abril de 2017

El domingo en la vida de los cristianos (3): No podemos fijar por nuestra propia cuenta dónde debe encontrarse Dios con nosotros. Dios puede dirigirse a nosotros y dejarse encontrar donde quiera.



El domingo en la vida de los cristianos (3): No podemos fijar por nuestra propia cuenta dónde debe encontrarse Dios con nosotros. Dios puede dirigirse a nosotros y dejarse encontrar donde quiera. Joseph Ratzinger, Cooperadores de la verdad, ed. Rialp S.A., Madrid 1991 28.10, pp. 411-412 Según una tradición, aceptada desde hace tiempo como algo natural, la llamada Doctrina de los Apóstoles, un libro aparecido entre el año 90 y el 100, dice lo siguiente: «El día del Señor reuníos, partid el pan y dad gracias después de haber confesado vuestros pecados, a fin de que vuestro sacrificio sea puro» (Didaché 14, 1). Conviene retener, pues, que no depende del capricho de la Iglesia ni de los cristianos individuales determinar si queremos, ni cuándo lo queremos, celebrar la misa, así como tampoco establecer qué se ha de hacer el domingo. Alguien podría decir: no me gusta el aire cargado de la Iglesia ni los cánticos aburridos. Me molesta arrodillarme apretujadamente entre gentes que no conozco y escuchar a un sacerdote recitar oraciones que me resultan incomprensibles. Prefiero ir al monte, al bosque o al mar: al aire libre de la naturaleza de Dios soy más devoto que en una asamblea que nada me dice. A eso hay que responder lo siguiente: no nos corresponde a nosotros determinar si queremos adorar a Dios ni cómo debemos hacerlo. Lo más importante es responder a su llamada allí donde Él se nos entrega. No podemos fijar por nuestra propia cuenta dónde debe encontrarse Dios con nosotros. Ni nos resulta posible llegar por nosotros mismos hasta Él. Dios puede dirigirse a nosotros y dejarse encontrar donde quiera. Lo que cuenta no es un cierto sentimiento religioso, que priva a la religión del compromiso y la recluye en el ámbito privado, sino la obediencia que acepta su llamada. El Señor no quiere nuestros sentimientos privados, sino reunirnos en asamblea y construir la nueva comunidad de la Iglesia a partir de la fe. El cuerpo forma parte del culto divino, pero también la comunidad, con sus fatigas e incomodidades. Por eso, la pregunta ¿qué me ofrece a mí el culto divino? Es un modo erróneo de preguntar. La Didaché o «Doctrina de los Apóstoles» • Es considerado como el documento cristiano más antiguo: las opiniones acerca de su datación histórica oscilan entre los 70 y 150 de nuestra era. “Esta obra puede ser considerada como el primer «catecismo» cristiano, donde se incluyen preceptos litúrgicos, morales y organizativos, concluye con un capítulo dedicado a la escatología” 1 • El catecismo de la Iglesia Católica recoge palabras de este texto en diversos números: 1331, 1403, 1696, 2271, 2760, 2767. • El documento completo se puede encontrar en esta sección de VIDA CRISTIAN A, en la carpeta PUBLICACIONES INTERESANTES. www.parroquiasantamonica.com 1 Cfr. Félix María Arocena, Contemplar la Eucaristía, Rialp 2000, pp. 35-37.

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