martes, 9 de mayo de 2017

La familia (2015). Discurso del Papa Francisco a los Equipos de Notre-Dame. La oración en la familia y el diálogo entre los esposos. El compromiso en las actividades organizadas para acoger, formar y acompañar en la fe particularmente a las jóvenes parejas, antes y después del matrimonio. La cercanía a las familias heridas por la falta de trabajo, por problemas de salud, por las ausencias, etc. Ser instrumentos de la misericordia de Cristo y de la Iglesia con las personas cuyo matrimonio ha fracasado.



1 La familia (2015). Discurso del Papa Francisco a los Equipos de Notre-Dame. La oración en la familia y el diálogo entre los esposos. El compromiso en las actividades organizadas para acoger, formar y acompañar en la fe particularmente a las jóvenes parejas, antes y después del matrimonio. La cercanía a las familias heridas por la falta de trabajo, por problemas de salud, por las ausencias, etc. Ser instrumentos de la misericordia de Cristo y de la Iglesia con las personas cuyo matrimonio ha fracasado. Discurso del Papa Francisco a los Equipos de Notre-Dame Jueves, 10 de septiembre de 2015 Me alegra recibiros, queridos responsables y consejeros espirituales de los Equipos de Notre Dame, con ocasión de vuestra reunión mundial. Este encuentro, que tengo la alegría de vivir con vosotros, precede en algunas semanas el Sínodo de Obispos que he querido reunir en Roma, para que la Iglesia reflexione con mayor atención lo que viven las familias, células vitales de nuestras sociedades y de la Iglesia, que se hallan, como sabéis, amenazadas en el actual difícil contexto cultural. En esta circunstancia os pido, como a todas las parejas de vuestros equipos, que recéis con fe y fervor por los Padres Sinodales y por mí. Está claro que un movimiento de espiritualidad conyugal como el vuestro se sitúa plenamente dentro del cuidado que la Iglesia quiere tener con las familias, y lo hace tanto promoviendo la madurez de las parejas que participan en vuestros equipos, como con el apoyo fraterno aportado a las otras parejas a las que son enviadas. o Las parejas y familias cristianas están frecuentemente en mejores condiciones para anunciar a Jesucristo a otras familias, para sostenerlas, fortificarlas y animarlas. Y quisiera insistir en el papel misionero de los Equipos de Notre Dame. Cada pareja comprometida recibe ciertamente mucho desde que vive en su proprio equipo, y su vida conyugal se profundiza perfeccionándose gracias a la espiritualidad del movimiento. Pero, tras haber recibido de Cristo y de la Iglesia, el cristiano es irresistiblemente enviado fuera para dar testimonio y trasmitir lo que ha recibido. La nueva evangelización debe implicar un nuevo protagonismo de cada uno de los bautizados (Evangelii gaudium, 120). Las parejas y familias cristianas están frecuentemente en mejores condiciones para anunciar a Jesucristo a otras familias, para sostenerlas, fortificarlas y animarlas. Lo que vosotros vivís en la pareja y en la familia —acompañado por el carisma propio de vuestro movimiento—, esa alegría profunda e insustituible que el Señor os hace experimentar en la intimidad doméstica entre gozos y dolores, en la felicidad de la presencia de vuestro cónyuge, en el crecimiento de vuestros hijos, en la fecundidad humana y espiritual que Él os concede, todo eso hay que manifestarlo, anunciarlo, comunicarlo fuera para que otros se metan, a su vez, en ese camino. o La oración en la familia y el diálogo entre los esposos. La participación fiel en una vida de equipo, que lleva a cada uno la riqueza de la enseñanza y del compartir, así como la ayuda y el consuelo de la amistad. En primer lugar, animo a todas las parejas a poner en práctica y a vivir en profundidad, con constancia y perseverancia, la espiritualidad que siguen los Equipos de Notre Dame. Considero que los «puntos concretos de compromiso» propuestos son verdaderamente ayudas eficaces que permiten a las parejas progresar con confianza en la vida conyugal por el camino del Evangelio. Pienso en particular en la oración en pareja y en familia, bonita y necesaria tradición que siempre ha sostenido la fe y la esperanza de los cristianos, desgraciadamente abandonada en tantas regiones del mundo; pienso también en el tiempo del diálogo mensual propuesto a los esposos —el famoso y comprometedor «deber de sentarse» que va tan contracorriente respecto a las costumbres del mundo frenético y agitado cargado de individualismo—, momento de intercambio vivido en la verdad bajo la mirada del Señor, que es un tiempo precioso de agradecimiento, de perdón, de respeto recíproco y de atención al otro; pienso finalmente en la participación fiel en una vida de equipo, que lleva a cada uno la riqueza de la enseñanza y del compartir, así como la ayuda y el consuelo de la amistad. Subrayo, a este propósito, la fecundidad recíproca del encuentro con el sacerdote acompañante. Os agradezco, queridas parejas de los Equipos de Notre Dame, por ser apoyo y ánimo en el ministerio de vuestros sacerdotes que siempre encuentran, en el contacto con vuestros equipos y vuestras familias, alegría sacerdotal, presencia fraterna, equilibrio afectivo y paternidad espiritual. 2 o El compromiso en las actividades organizadas para acoger, formar y acompañar en la fe particularmente a las jóvenes parejas, antes y después del matrimonio. En segundo lugar invito a las parejas, fortificadas por el encuentro en equipo, al compromiso misionero. Esta misión que se les confía es mucho más importante en cuanto que la imagen de la familia — como Dios la quiere, compuesta por un hombre y una mujer en vista del bien de los cónyuges y también de la generación y de la educación de los hijos— es deformada mediante poderosos proyectos contrarios sostenidos por colonizaciones ideológicas. Cierto, ya sois misioneros para la irradiación de vuestra vida de familia hacia vuestros ámbitos de amistad y de relaciones, y también más allá. Porque una familia feliz, equilibrada, donde vive la presencia de Dios, habla por sí misma del amor de Dios por todos los hombres. Pero os invito también a comprometeros, si es posible, de manera cada vez más concreta y con creatividad siempre renovada, en las actividades que puedan ser organizadas para acoger, formar y acompañar en la fe particularmente a las jóvenes parejas, antes y después del matrimonio. o La cercanía a las familias heridas por la falta de trabajo, por problemas de salud, por las ausencias, etc. Os exhorto también a continuar haciéndoos cercanos a las familias heridas, que hoy son tan numerosas, por la falta de trabajo, por la pobreza, por un problema de salud, por un luto, por la preocupación causada por un hijo, por el desequilibrio provocado por una lejanía o una ausencia, por un clima de violencia. Debemos tener el valor de entrar en contacto con esas familias, de manera discreta pero generosa, materialmente, humanamente o espiritualmente, en las circunstancias en las que se encuentren vulnerables. o Ser instrumentos de la misericordia de Cristo y de la Iglesia con las personas cuyo matrimonio ha fracasado. Finalmente, no puedo dejar de animar a las parejas de los Equipos de Notre Dame a ser instrumentos de la misericordia de Cristo y de la Iglesia con las personas cuyo matrimonio ha fracasado. No olvidéis jamás que vuestra fidelidad conyugal es un don de Dios, y que con cada uno de vosotros se ha usado misericordia. Una pareja unida y feliz puede comprender mejor que nadie, que desde dentro, la herida y el sufrimiento que provocan un abandono, una traición, un fracaso del amor. Es necesario que podáis llevar vuestro testimonio y vuestra experiencia para ayudar a las comunidades cristianas a discernir las situaciones concretas de esas personas, a acogerlas con sus heridas, y ayudarlas a caminar en la fe y en la verdad, bajo la mirada de Cristo Buen Pastor, para formar parte de modo apropiado en la vida de la Iglesia. No olvidéis tampoco el sufrimiento indecible de los hijos que viven esas dolorosas situaciones familiares: a ellos les podéis dar mucho. Queridos Equipos de Notre Dame, os renuevo mi confianza y mi ánimo. Desde que la causa de beatificación de vuestro fundador, Padre Enrico Caffarel, llegó a Roma, rezo para que el Espíritu Santo ilumine la Iglesia en el juicio que a su tiempo tenga que pronunciar al respecto. Confío vuestras parejas a la protección de la Virgen María y de san José, y os imparto de corazón la Bendición Apostólica. www.parroquiasantamonica.com Vida Cristiana

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