martes, 27 de junio de 2017

4º Domingo de cuaresma, Año A.(2011). Jesús cura a un ciego de nacimiento. El milagro no es simplemente una curación, sino que también es la historia de una conversión a Cristo, luz del mundo. El cristiano debe caminar en esta vida como hijo de la luz.


1 [Chiesa/Omelie1/Quaresima/4A11CuaresmaCiegoLuzHistoriaConversiónCristoColirioTiposCeguera] 4º Domingo de cuaresma, Año A.(2011). Jesús cura a un ciego de nacimiento. El milagro no es simplemente una curación, sino que también es la historia de una conversión a Cristo, luz del mundo. El cristiano debe caminar en esta vida como hijo de la luz. Cfr. 4 Domingo Cuaresma Año A 3 abril 2011 Efesios 5, 8-14; Juan 9, 1-41. Efesios 5, 8-14 : En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz - toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz-, buscando lo que agrada al Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien denunciadlas. Pues hasta da vergüenza mencionar las cosas que ellos hacen a escondidas. Pero la luz, denunciándolas, las pone al descubierto, y todo lo descubierto es luz. Por eso dice: «Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz.» Juan 9, 1-41: 1 En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron: -«Maestro, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?» Jesús contestó: -«Ni éste pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios. Mientras es de día, tenemos que hacer las obras del que me ha enviado; viene la noche, y nadie podrá hacerlas. 5 Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo.» Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: -«Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).» Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: -«¿No es ése el que se sentaba a pedir?» Unos decían: -«El mismo.» Otros decían: -«No es él, pero se le parece.» Él respondía: -«Soy yo.» 10 Y le preguntaban: -«¿Y cómo se te han abierto los ojos?» Él contestó: -«Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé, y empecé a ver. » Le preguntaron: -«¿Dónde está él?» Contestó: -«No sé.» Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. Él les contestó: -«Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo.» Algunos de los fariseos comentaban: -«Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.» Otros replicaban: -«¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?» Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: -«Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?» Él contestó: -«Que es un profeta.» Pero los judíos no se creyeron que aquél había sido ciego y había recibido la vista, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron: -«¿Es éste vuestro hijo, de quien decís vosotros que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?» 20 Sus padres contestaron: -«Sabernos que éste es nuestro hijo y que nació ciego; pero cómo ve ahora, no lo sabemos nosotros, y quién le ha abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, que es mayor y puede explicarse. » 22 Sus padres respondieron así porque tenían miedo a los judíos; porque los judíos ya habían acordado excluir de la sinagoga a quien reconociera a Jesús por Mesías. Por eso sus padres dijeron: «Ya es mayor, preguntádselo a él.» 24 Llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: -«Confiésalo ante Dios: nosotros sabemos que ese hombre es un pecador. » Contestó él: -« Si es un pecador, no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo.» Le preguntan de nuevo: -¿«Qué te hizo, cómo te abrió los ojos?» 27 Les contestó: -«Os lo he dicho ya, y no me habéis hecho caso; ¿para qué queréis oírlo otra vez?; ¿también vosotros queréis haceros discípulos suyos? » Ellos lo llenaron de improperios y le dijeron: -«Discípulo de ése lo serás tú; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero ése no sabemos de dónde viene.» 30 Replicó él: -«Pues eso es lo raro: que vosotros no sabéis de dónde viene y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es religioso y hace su voluntad. Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento; si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder.» 34 Le replicaron: -«Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?» Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: -«¿Crees tú en el Hijo del hombre?» 36 Él contestó: -«¿Y quién es, Señor, para que crea en él?» 37 Jesús le dijo: -«Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es.» Él dijo: -«Creo, Señor.» Y se postró ante él. 39 Jesús añadió: -«Para un juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven vean, y los que ven queden ciegos.» 40 Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le preguntaron: -«¿También nosotros estamos ciegos?» Jesús les contestó: - «Si estuvierais ciegos, no tendríais pecado, pero como decís que veis, vuestro pecado persiste.» 1. Es fácil encontrar ciegos en la Escritura • En el AT Isacc, Jacob y Eli se vuelven ciegos en su vejez; también encontramos personajes que han sido cegados: Sansón (traicionado por Dalila, Jc 16,21), Tobías, cegado en un sueño (Tobias 2,11), etc. • En el NT encontramos el ciego de Betsaida (Mc 8,22); los dos ciegos de Jericó (Mateo 9, 27); Bartimeo (Marcos 8,22); el ciego endemoniado (Mateo 12,22); el cielo desde el nacimiento en el evangelio de la misa de hoy); otros caso famosos son Pablo, camino de Damasco (Hechos 9,11); Elimas (Hechos 13,11). • Pero también podríamos recordar a los que Jesús llamaba «ciegos», los Fariseos, porque no querían abrir sus ojos ante Él mismo, ante la Verdad ..... Estos fariseos no quieren aceptar la verdad del ciego de nacimiento curado (cfr. vv 13-17 del evangelio de hoy); para ellos el Señor dirá, también en el Ev. de hoy: “Para un juicio he venido a este mundo: para que los que no ven, vean; y los que ven, se vuelvan ciegos” (v. 39). En general, son “los presuntuosos que se fían de sus propias luces (vv. 24.29.34), en contraposición a los humildes, cuyo tipo es el ciego (ver Dt 29,3; Is 6,9s; Jr 5,21; Ez 12,2)” (cfr. Biblia de Jerusalén, Jn 9,39). 2 2. Dos tipos de ceguera. El presuntuoso y el humilde. • En nuestro caso, concretamente, aparece con claridad que has dos tipos de ceguera: a) el ciego que no ve las realidades de la Creación, el mundo ... le falta la visión física. b) el ciego que tampoco «ve», en un primer momento, al Mesías, que está delante de él. “Jesús le pregunta: «¿Crees tú en el Hijo del Hombre?» Y él respondió: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?» Le dijo Jesús: «¿Si lo has visto: el que está hablando contigo, ese es». Y el ciego exclamó: «Creo, Señor», y se postró ante él”. (vv. 35-38). Lo que dice Jesús en el v. 5 (“Mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo”), es una declaración sobre el sentido del milagro, v. 37 (“Si lo has visto: el que está hablando contigo, ése es”). c) Por ello, debemos resaltar que, en el texto de la Carta a los Efesios que se ha leído hoy (Ef 5, 8- 14), hemos escuchado un texto espléndido, sobre la luz: “En otro tiempo erais tinieblas, ahora en cambio sois luz en el Señor: caminad como hijos de la luz, porque el fruto de la luz se manifiesta en toda bondad, justicia y verdad. Sabiendo discernir los que es agradable al Señor. (...) Despierta, tú que duermes, álzate de entre los muertos, y Cristo te iluminará.” (vv. 8-10.14). 3. El Señor es colirio para nuestros ojos o Esta vida debe ser un tiempo que prepara para la eternidad, en el que haya jerarquía en nuestros valores, problemas y ambiciones. • Pedimos al Señor que nos dé la luz que ilumina nuestra vida actual. Pedimos que nos demos cuenta de que es un tiempo que prepara para la eternidad, que nos ayuda para que haya jerarquía en nuestros valores, problemas, ambiciones, búsquedas ....De modo que las cosas ocupen el lugar que les corresponde. La presencia del Señor será el colirio para nuestros ojos, es decir, para dilatar los horizontes. El ciego de nacimiento penetra en el misterio de Dios, percibe el verdadero rostro del Señor, como Hijo de Dios, como Mesías, como Cristo, de un modo progresivo: reconoce a Jesús como alguien que hace milagros (v. 16); después lo reconoce como profeta (v. 17); más adelante, como alguien que hace la voluntad de Dios (v. 31); finalmente, percibe a Jesús como quien viene de Dios (v. 33) y llega a la Confesión de Fe: "Creo, Señor. Y se postró ante Él"(v. 37). o La cerrazón tiene resultados negativos también en la vida de relación con nuestros semejantes. • Es Cristo que pasa, n. 71: “El pecado de los fariseos no consistía en no ver en Cristo a Dios, sino en encerrarse voluntariamente en sí mismos; en no tolerar que Jesús, que es luz, les abriera los ojos (cfr. Jn 9, 39-41). Esta cerrazón tiene resultados inmediatos en la vida de relación con nuestros semejantes. El fariseo que, creyéndose luz, no deja que Dios le abra los ojos, es el mismo que tratará con soberbia e injustamente al prójimo: «yo te doy gracias de que no soy como los otros hombres, que son ladrones, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano» (Lucas 18,11), reza. Y al ciego de nacimiento, que persiste en contar la verdad de la cura milagrosa, le ofenden: «saliste del vientre de tu madre envuelto en pecados, ¿y tú nos das lecciones? Y le arrojaron fuera» (Juan 9,34)”. o Si permitimos que Jesús aplique el colirio a nuestros ojos, percibiremos las realidades terrenas y eternas con la luz de la fe, adquirimos una mirada limpia. Cristo transforma la inteligencia y la voluntad. • Es Cristo que pasa, n. 71: “Entre los que no conocen a Cristo hay muchos hombres honrados que, por elemental miramiento, saben comportarse delicadamente: son sinceros, cordiales, educados. Si ellos y nosotros no nos oponemos a que Cristo cure la ceguera que todavía queda en nuestros ojos, si permitimos que el Señor nos aplique ese lodo que, en sus manos, se convierte en el colirio más eficaz, percibiremos las realidades terrenas y vislumbraremos las eternas con una luz nueva, con la luz de la fe: habremos adquirido una mirada limpia. Esta es la vocación del cristiano: la plenitud de esa caridad que «es paciente, bienhechora, no tiene envidia, no actúa temerariamente, no se ensoberbece, no es ambiciosa, no es interesada, no se irrita, no piensa mal, a todo se acomoda, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta» (1 Corintios 13, 4-7). La caridad de Cristo no es sólo un buen sentimiento en relación al prójimo; no se para en el gusto por la filantropía. La caridad, infundida por Dios en el alma, transforma desde dentro la inteligencia y la voluntad: fundamenta sobrenaturalmente la amistad y la alegría de obrar el bien”. 4. Se puede ser testigo de un milagro y no llegar a agotar la verdad cfr. Dizionario Enciclopedico della Bibbia e del mondo biblico, ed. Massimo, Milano 1986, pp. 499-500. 3 a) a algunos les interesa saber solamente la identidad del ciego mendigo .... Una vez que han sabido quién es el ciego mendigo y el que le ha curado, queda satisfecha su curiosidad; b) los fariseos, por otra parte, sólo perciben la infracción del precepto sabático y afirman que «ese hombre no es de Dios, porque no guarda el sábado» (v. 16); c) los padres tienen miedo de ser expulsados de la sinagoga, y no dan una respuesta al ser interrogados sobre la identidad de su hijo: «Preguntádselo a el, que edad tiene» (v. 23). d) San Juan afirma que aquellos que han visto los milagros de Cristo (Juan 6,36; 7,3; 15,24) e rehúsan creer (Juan 7,5; 12,37) son inexcusables (9, 41; 15,24).

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