lunes, 26 de junio de 2017

Domingo 3º del Tiempo Ordinario, Año C. (2013). “Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír”: todas las promesas hechas por el Señor a través del profeta Isaías, la unción para evangelizar a los pobres, el anuncio de la salvación a los cautivos, la devolución de la vista a los ciegos, la puesta en libertad de los oprimidos, la promulgación del año de gracia del Señor, ha sido realizado en Jesucristo. Jesús mismo se presenta como cumplimiento de todas las promesas hechas por Dios en el Antiguo Testamento. Asegura que toda la esperanza anunciada por Isaías se hace realidad «hoy», en él, en Jesús de Nazaret.






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Domingo 3º del Tiempo Ordinario, Año C. (2013). “Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de
oír”: todas las promesas hechas por el Señor a través del profeta Isaías, la unción para evangelizar a los
pobres, el anuncio de la salvación a los cautivos, la devolución de la vista a los ciegos, la puesta en libertad
de los oprimidos, la promulgación del año de gracia del Señor, ha sido realizado en Jesucristo. Jesús mismo
se presenta como cumplimiento de todas las promesas hechas por Dios en el Antiguo Testamento. Asegura
que toda la esperanza anunciada por Isaías se hace realidad «hoy», en él, en Jesús de Nazaret.
 Cfr. 3ª domingo tiempo ordinario Ciclo C, 27 enero 2013
 Nehemías 8,2-4a.5-6.8-10; 1 Corintios 12,12-30; Lucas 1,1-4; 4,14-21
Lucas, 1, 1 Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros, 2 tal como
nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra, 3 he decidido yo también,
después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes, escribírtelo por su orden, ilustre Teófilo, 4 para que
conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido. 14 Jesús volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu, y su fama se
extendió por toda la región. 15 El iba enseñando en sus sinagogas, alabado por todos. 16 Vino a Nazaret, donde se había criado
y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. 17 Le entregaron el volumen del
profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito:
 18 El Espíritu del Señor está sobre mí, por lo cual me ha ungido para evangelizar a los pobres, me ha enviado para
 anunciar la redención a los cautivos y devolver la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos 19 y para
 promulgar el año de gracia del Señor.
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20 Y enrollando el libro se lo devolvió al ministro, y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. 21 Comenzó,
pues, a decirles: «Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oir.»
Nehemías 8, 2-4.5-6. 8-10: 2 Trajo el sacerdote Esdras la Ley ante la asamblea, integrada por hombres, mujeres y todos los que
tenían uso de razón. Era el día uno del mes séptimo. 3 Leyó una parte en la plaza que está delante de la puerta del Agua, desde
el alba hasta el mediodía, en presencia de los hombres, las mujeres y todos los que tenían uso de razón; y los oídos del pueblo
estaban atentos al libro de la Ley. 4 El escriba Esdras estaba de pie sobre un estrado de madera levantado para esta ocasión. 5
Esdras abrió el libro a los ojos de todo el pueblo - pues estaba más alto que todo el pueblo - y al abrirlo, el pueblo entero se
puso en pie. 6 Esdras bendijo a Yahveh, el Dios grande; y todo el pueblo, alzando las manos, respondió: «¡Amén! ¡Amén!»; e
inclinándose se postraron ante Yahveh, rostro en tierra. 8 Y Esdras leyó en el libro de la Ley de Dios, aclarando e interpretando
el sentido, para que comprendieran la lectura. 9 Entonces Nehemías - el gobernador - y Esdras, el sacerdote escriba (y los
levitas que explicaban al pueblo) dijeron a todo el pueblo: «Este día está consagrado a Yahveh vuestro Dios; no estéis tristes ni
lloréis»; pues todo el pueblo lloraba al oír las palabras de la Ley. 10 Díjoles también: «Id y comed manjares grasos, bebed
bebidas dulces y mandad su ración a quien no tiene nada preparado. Porque este día está consagrado a nuestro Señor. No estéis
tristes: la alegría de Yahveh es vuestra fortaleza.»
En el Año de la Fe
“Creer en Jesucristo es el camino para poder llegar de modo definitivo a la salvación.”
(Benedicto XVI, Porta fidei, 3)
“El Año de la fe es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor,
único Salvador del mundo.”
(Benedicto XVI, Porta fidei, 6).
“La vida cristiana se caracteriza esencialmente por el encuentro con Jesucristo
que nos llama a seguirlo”.
(Benedicto XVI, Exhortación Apostólica «Verbum Domini», 30 septiembre 2010, n. 72)
“Jesús puede salvar definitivamente a los que por medio de él se acercan a Dios,

1 El pasaje leído por el Señor es Isaías 61, 1-2: 1 El espíritu del Señor Yahveh está sobre mí, por cuanto
que me ha ungido Yahveh. A anunciar la buena nueva a los pobres me ha enviado, a vendar los corazones
rotos; a pregonar a los cautivos la liberación, y a los reclusos la libertad; 2 a pregonar año de gracia de
Yahveh, día de venganza de nuestro Dios; para consolar a todos los que lloran.
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porque vive siempre para interceder a su favor”.
(Hebreos 7, 25)
“Toda la Escritura (la Ley, los Profetas, y los Salmos) se cumplen en Cristo (cf Lucas 24, 44)”
(Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2763)
1. Primera lectura: Esdras lee la Escritura y la comenta.
 Quien era Esdras
• Daniel Rops, El pueblo de la Biblia, Ed. Palabra, 1989, pp. 328-329. Esdras: era un sacerdote y escriba,
experto en la ley de Moisés; de él se dice en el libro de Esdras (7,10): « Esdras había aplicado su corazón a escrutar
la Ley de Yahveh, a ponerla en práctica y a enseñar en Israel los preceptos y las normas». En esencia, en la
sociedad judía, los sacerdotes eran los hombres del culto; y los escribas los representantes de la Ley. Estos últimos
son los Doctores de la Ley, los que la conocen a fondo, enseñan el texto, lo comentan y amplían las aplicaciones.
“Con la enseñanza que dan – y todos tienen alguna escuela, adonde acuden los fieles -, hacen de la Ley, de su
lectura y de su meditación, la base de la vida religiosa, es decir, que su influencia tiene un sentido muy diferente a
la de los sacerdotes. Su verdadero lugar de acción es la sinagoga, ese centro de reunión que aparece muy
modestamente en la cautividad y que luego toma una gran importancia, tanto en Judea como en la diáspora. En
principio esta institución no se opone a la del Templo. En la sinagoga no hay culto; en ella sólo se lee la Ley y a
los Profetas. Si la tribu sacerdotal se apega a los ritos, los escribas tienen, ciertamente, el sentido de una religión
intelectual y espiritual más elevada. Esas dos tendencias tenían el mismo defecto: ambas se sometían demasiado a
la letra; fuese por afianzar la exactitud de una ceremonia, o la de un comentario de la Torah, en las dos tribus eran
muy minuciosos; y el peligro consistía, como veremos, en que el espíritu de la religión fuese ignorado. Ambas
tendencias, cuando nación Jesús, estaban extrañamente unidas en el consejo supremo de la comunidad: el
Sanedrín.” .
 El hecho que relata esta Primera Lectura sucedió hacia el año 444 antes de Cristo.
 Después del exilio, es decir, tras el regreso de Babilonia, Esdras, guía espiritual de la nación, abre
el libro de la Ley y proclama lo que está escrito y lo comenta a la muchedumbre que se encuentra en la
Puerta de las Aguas, en el área del Templo que ha sido reedificado. Es un día de fiesta.
o Observemos cómo se desarrolla lo que ahora se llamaría una «celebración de
la Palabra»:
• después de la apertura del libro los presentes se ponen en pié, como señal de respeto;
• el lector bendice al Señor y los participantes responde Amén, Amén.
• Para expresar su convicción de que se iba a escuchar la Palabra de Dios, los participantes se
postran en adoración, con el rostro en tierra;
• Se proclama la Palabra de Dios, explicando también su sentido, y el pueblo muestra con el llanto
su profunda conversión, y la voluntad de encaminarse por el por el sendero indicado por la Ley;
• Esdras y Nehemías exhortan para que no se aflijan, sino que se abandonen en el Señor, y celebren
una fiesta por haber «comprendido las palabras que les habían enseñado».
o Encontramos en esta celebración de la Palabra tres palabras que nos indican
el desenvolvimiento de la misma en tres momentos
 (cfr. Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture, Anno C, Piemme 1999, pp. 158-159) :
• se lee la Biblia. Con una programación, con una didáctica, con una selección de textos;
• se explica el sentido. Se tiene en cuenta el aforismo rabínico de que «toda palabra de la Biblia
tiene setenta rostros». «El maestro debe desvelar esos rostros, debe inspeccionar el texto en todos
sus matices: la palabra técnica para indicar el estudio de la Biblia es “exégesis”, que en griego
significa “sacar” todos los tesoros, toda la fuerza, toda la espiritualidad de la página bíblica” .
3
(Ravasi o.c. p. 158).
 La comprensión de la Palabra de Dios: es una realidad viva que debe impregnar
la existencia árida, como la lluvia fecunda también el desierto.
Esta palabra de Dios personificada (cfr. Sabiduría 8,4; 9, 9-10;
18, 14-15) es figura de la Encarnación de Jesucristo, palabra
eterna del Padre, que desciende a la tierra para salvar a los
hombres.”
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• comprender. En el original hebreo del texto: usa “una palabra sapiencial que indica una
comprensión sabrosa, intensa, alimentada por la inteligencia y el corazón. La Palabra de Dios, en efecto,
no es un fría piedra preciosa sigilada en un cofre, sino una realidad viva que debe impregnar la existencia
árida como la lluvia fecunda también el desierto (Isaías 55, 10-11 3
). (Ravasi o.c. pp. 158-159).
• Antiguo Testamento, Libros proféticos, Nota Isaías 55, 10-11, Eunsa 2002: “Con comparaciones
muy expresivas,especialmente para los países áridos del Oriente, se describe la eficacia poderosa y
fecunda de la palabra de Dios. Ella realiza la salvación que anuncia. Esta palabra de Dios personificada
(cfr. Sabiduría 8,4; 9, 9-10; 18, 14-15) es figura de la Encarnación de Jesucristo, palabra eterna del Padre,
que desciende a la tierra para salvar a los hombres.”
o “De ese triple desenvolvimiento que compromete el oído y el corazón brotan
dos actitudes aparentemente antitéticas pero, en realidad, complementarias: la
conversión y la fiesta.
• Por una parte afloran en los ojos las lágrimas de la conversión: « todo el pueblo lloraba al oír las
palabras de la Ley». Es la señal viva del arrepentimiento, el corazón es invadido por el remordimiento,
el pasado – con su carga de pecados – se hace vivo en la conciencia con todo su peso.
• Pero, como sugiere el otro guía de la nueva comunidad del post-exilio, el gobernador Neemías, la
última palabra de Dios no es jamás la del juicio sino la promesa de perdón. Por ello, nuestros labios
deben sonreir, las casas se deben llenar de cantos y de banquetes alegres. Del duelo a la fiesta, del
ayuno al almuerzo solemne con «manjares grasos y bebidas dulces», símbolo del banquete mesiánico
que en Sion marcará el final de todo llanto y de la misma muerte, como había profetizado Isaías (25, 6-
9 4
)” (Ravasi o.c. p. 159).

2
 Sabiduría 18, 14-15: “14 Cuando un sereno silencio lo envolvía todo y la noche estaba en la mitad de su curso, 15 tu
omnipotente Palabra desde el Cielo, desde los tronos reales, como guerrero implacable, se lanzó sobre aquella tierra desolada,
llevando la espada afilada de tu orden terminante”. “La tradición de la Iglesia aplicó los vv.14-15 a la Encarnación d nuestro
Señor Jesucristo y la liturgia los toma como antífona de entrada de la misa del día <vi de la octava de Navidad” (Antiguo
testamento, Libros poéticos y sapienciales, Nota Sabiduría 18, 14-15, Eunsa 2001).
3
Isaías 55, 10-11: 10 Como descienden la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá, sino que empapan la
tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que dé simiente al sembrador y pan para comer,
11 así será mi palabra, la que salga de mi boca, que no tornará a mí de vacío, sin que haya realizado lo que me
plugo y haya cumplido aquello a que la envié.
4
Isaías 25, 6-9: 6 Hará Yahveh Sebaot a todos los pueblos en este monte un convite de manjares frescos, convite
de buenos vinos: manjares de tuétanos, vinos depurados; 7 consumirá en este monte el velo que cubre a todos los
pueblos y la cobertura que cubre a todos los gentes; 8 consumirá a la Muerte definitivamente. Enjugará el Señor
Yahveh las lágrimas de todos los rostros, y quitará el oprobio de su pueblo de sobre toda la tierra, porque Yahveh
ha hablado.
9 Se dirá aquel día: "Ahí tenéis a nuestro Dios: esperamos que nos salve; éste es Yahveh en quien esperábamos;
nos regocijamos y nos alegramos por su salvación."
4
o Conclusión: ya en el Antiguo Testamento el pueblo elegido se reunía para
escuchar la Escritura, Palabra de Dios. La eficacia de la palabra de Dios
Sin duda tenían clara conciencia de que Dios se hace presente: es Dios quien habla, quien les
instruye; a veces condenaba sus malas acciones, otras veces consolaba a su pueblo, o le purificaba. En
cualquier caso, para entender la eficacia de la Palabra de Dios, es necesario recordar unas palabras del
profeta Isaías del capítulo 55, 10-11 que se han citado antes, en la página anterior.
 * cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 81: «La Sagrada Escritura es la palabra de Dios, en
cuanto escrita por inspiración del Espíritu Santo».
 * Cfr. n. 123: Los cristianos veneran el Antiguo Testamento como verdadera Palabra de Dios. La
Iglesia ha rechazado siempre vigorosamente la idea de prescindir del Antiguo Testamento so pretexto de
que el Nuevo lo habría hecho caduco (marcionismo).
2. Evangelio: el Señor lee y comenta, en la sinagoga de Nazaret, unas palabras del
profeta Isaías. Y afirma que «hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oir».
a) «Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oir»:
• El Señor mismo se presenta como cumplimiento de todas las promesas hechas por Dios en el
Antiguo Testamento. Pronuncia una frase en la que asegura que toda la esperanza anunciada por Isaías se
hace realidad «hoy», en él, en Jesús de Nazaret.
 Juan Pablo II, Enc. Dives in misericordia, 3:
• Ante sus conciudadanos en Nazaret, Cristo hace alusión a las palabras del profeta Isaías: « El
Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ungió para evangelizar a los pobres; me envió a predicar a los
cautivos la libertad, a los ciegos la recuperación de la vista; para poner en libertad a los oprimidos, para
anunciar un año de gracia del Señor ».(Lucas 4, 18 s) ) Estas frases, según san Lucas, son su primera
declaración mesiánica, a la que siguen los hechos y palabras conocidos a través del Evangelio. Mediante
tales hechos y palabras, Cristo hace presente al Padre entre los hombres.
b) El Catecismo Iglesia Católica lo explica con diversas afirmaciones :
 n. 2763: Toda la Escritura (la Ley, los Profetas, y los Salmos) se cumplen en Cristo (cf Lucas 24,
44)
 El Hijo de Dios hecho hombre es la Palabra única, perfecta e insuperable del
Padre
 n. 65: Cristo Jesús, «Mediador y Plenitud de toda la revelación» (DV 2) - Dios ha dicho todo en su
Verbo
 «De una manera fragmentaria y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de
los profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por su Hijo» (Hb 1, 1-2). ö Cristo, el Hijo de Dios hecho
hombre, es la Palabra única, perfecta e insuperable del Padre. En El lo dice todo, no habrá otra palabra más que
ésta. S. Juan de la Cruz, después de otros muchos, lo expresa de manera luminosa, comentando Hb 1, 1-2:
Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya, que no tiene otra, todo nos lo
habló junto y de una vez en esta sola Palabra...; porque lo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo
ha hablado todo en El, dándonos al Todo, que es su Hijo. ö Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a
Dios, o querer alguna visión o revelación, ö no sólo haría una necedad, sino haría agravio a Dios, no
poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra alguna cosa o novedad (Carm. 2, 22).
 Toda la vida (Palabras, obras, silencios, su manera de ser, etc.) de Cristo es
Revelación del Padre
n. 516: Toda la vida de Cristo es Revelación del Padre: sus palabras y sus obras, sus silencios y sus
sufrimientos, su manera de ser y de hablar. Jesús puede decir: «Quien me ve a mí, ve al Padre» (Jn 14, 9), y el
Padre: «Este es mi Hijo amado; escuchadle» (Lc 9, 35). ö Nuestro Señor, al haberse hecho para cumplir la voluntad
del Padre (Cf Hb 10, 5-7), nos «manifestó el amor que nos tiene» (1 Jn 4, 9) incluso con los rasgos más sencillos de
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sus misterios.
 La Iglesia venera las Escrituras como venera el Cuerpo del Señor
n. 103: ... la Iglesia ha venerado siempre las divinas Escrituras como venera también el Cuerpo del Señor.
ö No cesa de presentar a los fieles el Pan de vida que se distribuye en la mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo de
Cristo (Cf DV 21).
 La Palabra de Dios se encuentra y despliega toda su fuerza de modo
privilegiado en el Nuevo Testamento.
n. 124: «La Palabra de Dios, que es fuerza de Dios para la salvación del que cree, se encuentra y despliega
su fuerza de modo privilegiado en el Nuevo Testamento» (DV 17). Estos escritos nos ofrecen la verdad definitiva
de la Revelación divina. Su objeto central es Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado, sus obras, sus enseñanzas, su
pasión y su glorificación, así como los comienzos de su Iglesia bajo la acción del Espíritu Santo (Cf DV 20).
 La Escritura en nuestra vida: fuente de vida espiritual; fácil acceso; lectura
frecuente
 n. 131: La Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia. - «Es tan grande el poder y la fuerza de la palabra
de Dios, que constituye sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente
límpida y perenne de vida espiritual» (DV 21). «Los fieles han de tener fácil acceso a la Sagrada Escritura» (DV
22).
3. La vida cristiana y el encuentro con Jesucristo que nos llama a seguirlo.
 La vida cristiana es esencialmente el encuentro con Jesucristo
o Mediante la lectura orante y fiel de la Sagrada Escritura se profundiza la
relación con la persona misma de Jesús.
Cfr. Benedicto XVI, Exhortación Apostólica «Verbum Domini», 30 septiembre 2010
n. 72. (…) La vida cristiana se caracteriza esencialmente por el encuentro con Jesucristo que nos llama a seguirlo. (…) expreso
el vivo deseo de que florezca «una nueva etapa de mayor amor a la Sagrada Escritura por parte de todos los miembros del
Pueblo de Dios, de manera que, mediante su lectura orante y fiel a lo largo del tiempo, se profundice la relación con la persona
misma de Jesús».[248]
No faltan en la historia de la Iglesia recomendaciones por parte de los santos sobre la necesidad de conocer la Escritura
para crecer en el amor de Cristo. Este es un dato particularmente claro en los Padres de la Iglesia. San Jerónimo, gran
enamorado de la Palabra de Dios, se preguntaba: «¿Cómo se podría vivir sin la ciencia de las Escrituras, mediante las cuales se
aprende a conocer a Cristo mismo, que es la vida de los creyentes?».[249] Era muy consciente de que la Biblia es el instrumento
«con el que Dios habla cada día a los creyentes».[250] Así, san Jerónimo da este consejo a la matrona romana Leta para la
educación de su hija: «Asegúrate de que estudie cada día algún paso de la Escritura... Que la oración siga a la lectura, y la
lectura a la oración... Que, en lugar de las joyas y los vestidos de seda, ame los Libros divinos».[251] Vale también para
nosotros lo que san Jerónimo escribió al sacerdote Nepoziano: «Lee con mucha frecuencia las divinas Escrituras; más aún, que
nunca dejes de tener el Libro santo en tus manos. Aprende aquí lo que tú tienes que enseñar».[252] A ejemplo del gran santo,
que dedicó su vida al estudio de la Biblia y que dejó a la Iglesia su traducción latina, llamada Vulgata, y de todos los santos, que
han puesto en el centro de su vida espiritual el encuentro con Cristo, renovemos nuestro compromiso de profundizar en la
palabra que Dios ha dado a la Iglesia: podremos aspirar así a ese «alto grado de la vida cristiana ordinaria»,[253] que el Papa
Juan Pablo II deseaba al principio del tercer milenio cristiano, y que se alimenta constantemente de la escucha de la Palabra de
Dios.
[248] Propositio 9.
[249] Epistula 30, 7: CSEL 54, 246.
[250] Id., Epistula 133, 13: CSEL 56, 260.
[251] Id., Epistula 107, 9.12: CSEL 55, 300.302.
[252] Id., Epistula 52, 7: CSEL 54, 426.
[253] Juan Pablo II, Carta Novo millennio ineunte (6 enero 2001), 31: AAS 83 (2001), 287-288.
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o La meditación sobre la historia de Cristo para participar en la divina amistad.
 Meditar la historia de Cristo
• Es Cristo que pasa, 107: «Cuando se ama una persona se desean saber hasta los más mínimos
detalles de su existencia, de su carácter, para así identificarse con ella. Por eso hemos de meditar la
historia de Cristo, desde su nacimiento en un pesebre, hasta su muerte y resurrección».
 Una ambición para participar en la divina amistad
• Amigos de Dios, 300 : «Ruego al señor que nos decidamos a alimentar en nuestras almas la única
ambición noble, la única que merece la pena: ir junto a Jesucristo, como fueron su Madre Bendita y el
Santo Patriarca, con ansia, con abnegación, sin descuidar nada. Participaremos en la dicha de la divina
amistad - en un recogimiento interior, compatible con nuestros deberes profesionales y con los de
ciudadano -, y le agradeceremos la delicadeza y la claridad con que El nos enseña a cumplir la Voluntad
del Padre Nuestro que habita en los cielos».
www.parroquiasantamonica.com
Vida Cristiana 

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