viernes, 23 de junio de 2017

Jesucristo, el Buen Pastor (2016). Los pastores en la Iglesia están al servicio de Jesús. Textos sobre el Buen Pastor en Jesús de Nazaret, de Benedicto XVI. Cuatro elementos fundamentales de la imagen del verdadero pastor. La gran promesa de Jesús: dar vida en abundancia. ¿Qué es esta vida? El conocimiento mutuo entre el pastor y el rebaño: dos interrelaciones. ¿Qué significa conocer?


1  Jesucristo, el Buen Pastor (2016). Los pastores en la Iglesia están al servicio de Jesús. Textos sobre el Buen Pastor en Jesús de Nazaret, de Benedicto XVI. Cuatro elementos fundamentales de la imagen del verdadero pastor. La gran promesa de Jesús: dar vida en abundancia. ¿Qué es esta vida? El conocimiento mutuo entre el pastor y el rebaño: dos interrelaciones. ¿Qué significa conocer?  Cfr. 4 Domingo de Pascua Año C EL PASTOR pp. 320-335 A. Joseph Ratzinger – Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, La esfera de los libros 2007, CAP. 8 Las grandes imágenes del Evangelio de Juan pp. 261-335 [El agua – la vid y el vino – el pan – el pastor]; B. Benedicto XVI, Spe Salvi, sobre la esperanza Cristiana, n. 6, 30 noviembre 2007  Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, 2007 1. Precedentes de esta imagen de los sinópticos y de Juan • “La imagen del pastor, con la cual Jesús explica su misión tanto en los sinópticos como en el Evangelio de Juan cuenta con una larga historia precedente”.  A. En el antiguo Oriente: apacentar a los débiles es una imagen de la tarea de gobierno p. 321 • “En el antiguo Oriente, tanto en las inscripciones de los reyes sumerios como en el ámbito asirio y babilónico, el rey se considera como el pastor establecido por Dios; el «apacentar» es una imagen de su tarea de gobierno. La preocupación por los débiles es, a partir de esta imagen, uno de los cometidos del soberano justo. Así, se podría decir que, desde sus orígenes, la imagen de Cristo buen pastor es un evangelio de Cristo rey, que deja traslucir la realiza de Cristo”.  B. En el Antiguo Testamento pp. 321-322 o Dios mismo aparece como pastor de Israel  Salmo 23: • “Esta imagen ha marcado profundamente la piedad de Israel y, sobre todo en los tiempos de calamidad, se ha convertido en un mensaje de consuelo y confianza. Esta piedad confiada tiene tal vez su expresión más bella en el Salmo 23: El Señor es mi pastor. «Aunque camine por cañadas oscuras nada temo, porque tú vas conmigo...» (v. 4).  Cfr. Ezequiel capítulos 34-37: • “La imagen de Dios pastor se desarrolla más en los capítulos 34-37 de Ezequiel, cuya visión, recuperada con detalle en el presente, se retoma en las parábolas sobre los pastores de los sinópticos y en el sermón de Juan sobre el pastor, como profecía de la actuación de Jesús. Ante los pastores egoístas que Ezequiel encuentra en su tiempo y a los que recrimina, el profeta anuncia la promesa de que Dios mismo buscará a sus ovejas y cuidará de ellas. «Las sacaré de entre los pueblos, las congregaré de los países, las traeré a la tierra... Yo mismo apacentaré a mis ovejas, yo mismo las haré sestear... Buscaré las ovejas perdidas, haré volver a las descarriadas, vendaré a las heridas, curaré a las enfermas; a las gordas y fuertes las guardaré» (34, 13.15-16)”. (p. 321) • “Ante las murmuraciones de los fariseos y de los escribas porque Jesús compartía mesa con los pecadores, el Señor relata la parábola de las noventa y nueve ovejas que están en el redil, mientras una anda descarriada, y a la que el pastor sale a buscar, para después llevarla a hombros todo contento y devolverla al redil. Con esta parábola Jesús les dice a sus adversarios: ¿no habéis leído la palabra de Dios en Ezequiel? Yo sólo hago lo que Dios como verdadero pastor ha anunciado: buscaré las ovejas perdidas, traeré al redil a las descarriadas”. (p. 322)  Un pastor que sufre la muerte. Redentor que sufre, pastor que se convierte en cordero (pp. 322-324) 2 • “En un momento tardío de las profecías veterotestamentarias se produce un nuevo giro sorprendente y profundo en la representación de la imagen del pastor, que lleva directamente al misterio de Jesucristo. Mateo nos narra que Jesús, de camino hacia el monte de los Olivos después de la Última Cena, predice a sus discípulos que pronto iba a ocurrir lo que estaba anunciado en Zacarías 13, 7: «Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño» (Mt 26, 31). En efecto, aparece aquí, en Zacarías, la visión de un pastor «que, según el designio de Dios, sufre la muerte, dando inicio al último gran cambio de rumbo de la historia» (Jeremias, ThWNT VI 487). Esta sorprendente visión del pastor asesinado, que a través de la muerte se convierte en salvador, está estrechamente unida a otra imagen del Libro de Zacarías: «Derramaré sobre la dinastía de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de clemencia. Me mirarán a mí, a quien traspasaron; harán llanto como llanto por el hijo único... Aquel día será grande el duelo de Jerusalén, como el luto de Hadad-Rimón en el valle de Megido... Aquel día manará una fuente para que en ella puedan lavar su pecado y su impureza la dinastía de David y los habitantes de Jerusalén» (12,10.11; 13, 1)”. (pp. 322-323) • “Se aprecia una relación interna con el siervo de Dios del Deutero-Isaías. Los últimos profetas de Israel vislumbran, sin poder explicar mejor la figura, el Redentor que sufre y muere, al pastor que se convierte en cordero” (p. 323) • “Mientras que en Mateo, al comienzo de la historia de la pasión, Jesús cita a Zacarías 13,7 – la imagen del pastor asesinado -, Juan cierra el relato de la crucifixión del Señor con una referencia a Zacarías 12,10: «Mirarán al que atravesaron» (19,37). Ahora ya está claro: el asesinado y el salvador es Jesucristo, el Crucificado”. (p. 324) • “Juan relaciona todo esto con la visión de Zacarías de la fuente que limpia los pecados y las impurezas: del costado abierto de Jesús brotó sangre y agua (Cf. Jn 19,34). El mismo Jesús, el que fue traspasado en la cruz, es la fuente de la purificación y de la salvación para todo el mundo. Juan lo relaciona además con la imagen del cordero pascual, cuya sangre tiene una fuerza purificadora: «No le quebrantará un hueso» (Jn 19,36; Ex 12,46). Así se cierra al final el circulo enlazando con el comienzo del Evangelio, cuando el Bautista, al ver a Jesús, dice: «Éste es el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (1, 29)”. (p. 324). 2. La puerta de las ovejas pp. 324-326 “Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas” (Jn 10,17). “Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas (Jn 10, 1s)  Los pastores del rebaño de Jesús son buenos cuando entran a través de Jesús, entendido como puerta • “Se comprueba que alguien es un buen pastor cuando entra a través de Jesús, entendido como la puerta. De este modo, Jesús sigue siendo, en sustancia, el pastor: el rebaño le «pertenece» sólo a Él. (p. 325)  Es el amor - que hace ser una sola cosa con Jesús - lo que hace llegar a las ovejas a través de Jesús pp. 325-326 “«Apacienta mis corderos» (respectivamente «mis ovejas»)”: Jn 21, 15-17 • “Pedro es designado claramente pastor de las ovejas de Jesús, investido del oficio pastoral propio de Jesús. Sin embargo, para poder desempeñarlo debe entrar por la «puerta». A este entrar - o mejor dicho, ese dejarle entrar por la puerta (cf 10,3)- se refiere la pregunta repetida tres veces: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» Ahí está lo más personal de la llamada: se dirige a Simón por su nombre propio, «Simón», y se menciona su origen. Se le pregunta p0or el amor que le hace ser una sola cosa con Jesús. Así llega a las ovejas «a través de Jesús»; no las considera suyas - e Simón Pedro -, sino como el rebaño de «Jesús». Puesto que llega a ellas por la «puerta» que es Jesús, como llega unido a Jesús en el amor, las ovejas escuchan su voz, la voz de Jesús mismo; no siguen a Simón, sino a Jesús, por el cual y a través del cual llega a ellas, de forma que, en su guía, es Jesús mismo quien guía”. (pp. 325-326) 3 3. Cuatro elementos fundamentales de la imagen del verdadero pastor pp. 326-27 “Yo soy el buen pastor” (Jn 10,11) • “Destacan sobre todo cuatro elementos fundamentales.[1] «El ladrón viene para robar, matar y hacer estragos» (10,10). [2]Ve las ovejas como algo de su propiedad, que posee y aprovecha para sí. [3] Sólo le importa él mismo, todo existe sólo para él. [4]Al contrario, el verdadero pastor no quita la vida, sino que la da: Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia “(10,10).  La gran promesa de Jesús: dar vida en abundancia. ¿Qué es esta vida? pp. 326-328 • “Ésta es la gran promesa de Jesús: dar vida en abundancia. Todo hombre desea la vida en abundancia. Pero, ¿qué es, en qué consiste la vida? ¿Dónde la encontramos? ¿cuándo y cómo tenemos «vida en abundancia»? ¿Es cuando vivimos como el hijo pródigo, derrochando toda la dote de Dios? ¿Cuándo vivimos como el ladrón y el salteador, tomando todo para nosotros? Jesús promete que mostrará a las ovejas los «pastos» aquello de lo que viven, que las conducirá realmente a las fuentes de la vida. Podemos escuchar aquí como una eco de las palabras del Salmo 23: «En verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas … preparas una mesa ante mí … tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida …» (2,5s). resuenan más directas las palabras del pastor en Ezequiel: «La apacentaré en pastizales escogidos, tendrán su dehesa en lo alto de los montes de Israel …»” (34,14). o ¿De qué vive el hombre? De la Palabra de Dios y de la Eucaristía. pp. 326- 328  La Palabra de Dios • “Ahora bien, ¿qué significa todo esto? Ya sabemos de qué viven las ovejas, pero, ¿de qué vive el hombre? Los Padres han visto en los montes altos de Israel y en los pastizales de las camperas, donde hay sombra y agua, una imagen de las alturas de la Sagrada Escrituras, del alimento que da la vida, que es la Palabra de Dios. Y aunque este no sea el sentido histórico del texto, ene. Fondo lo han visto adecuadamente y, sobre todo, han entendido correctamente a Jesús. El hombre vive de la verdad y de ser amado, de ser amado por la Verdad. Necesita a Dios, al Dios que se le acerca y que le muestra el sentido de su vida, indicándole así el camino de la vida. Ciertamente el hombre necesita pan, necesita el alimento del cuerpo, pero en lo más profundo necesita sobre todo la Palabra, el Amor, a Dios mismo. Quien le da todo esto, le «da vida en abundancia». Y así libera también las fuerzas mediante las cuales el hombre puede plasmar sensatamente la tierra, encontrando para sí y para los demás los bienes que sólo podemos tener en la reciprocidad. (…) Jesús, como palabra de Dios hecha carne, no es sólo el pastor, sino también el alimento, el verdadero «pasto»; nos da la vida entregándose a sí mismo, a Él, que es la vida (cf. 1,4; 3, 26; 11,25).  La Eucaristía pp. 328-329 “El buen pastor da la vida por las ovejas” (10,11) • “Igual que el sermón sobre el pan no se queda en una referencia a la palabra, sino que se refiere a la Palabra que se ha hecho carne y «don para la vida del mundo» (6,51), así, en el sermón sobre el pastor es central la entrega de la vida por las «ovejas». La cruz es el punto central del sermón sobre el pastor, y no como un acto de violencia que encuentra desprevenido a Jesús y se le inflige desde fuera, sino como una entrega libre por parte de Él mismo: «Yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente» (10, 17 s). Aquí se explica lo que ocurre en la Eucaristía: Jesús transforma el acto de violencia externa de la crucifixión en un acto de entrega voluntaria de sí mismo por los demás. Jesús no entrega algo, sino que se entrega a sí mismo. Así, Él da la vida. Tendremos que volver de nuevo sobre este tema y profundizar más en él cuando hablemos de la Eucaristía y del acontecimiento de la Pascua”. 4. El conocimiento mutuo entre el pastor y el rebaño: dos interrelaciones. ¿Qué significa conocer? pp. 329-331 “Él va llamando a sus ovejas por el nombre y las saca fuera… y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz” (10, 3s). “Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas”. (10, 14s) 4 “En estos versículos saltan a la vista dos interrelaciones que debemos examinar para entender lo que significa «conocer».  Primera interrelación: conocimiento y pertenencia, no posesión; conocimiento y entrega pp. 329-331 • “En primer lugar, conocimiento y pertenencia están entrelazados. El pastor conoce a las ovejas porque éstas le pertenecen, y ellas lo conocen precisamente porque son suyas. Conocer y pertenecer (en el texto griego, «ser propio» de : ta ídia) son básicamente lo mismo. El verdadero pastor no «posee» las ovejas como un objeto cualquiera que se usa y se consume; ellas le «pertenecen» precisamente en ese conocerse mutuamente, y ese «conocimiento» es una aceptación interior. Indica una pertenencia interior, que es mucho más profunda que la posesión de las cosas. Lo veremos claramente con un ejemplo tomado de nuestra vida. Ninguna persona «pertenece» a otra del mismo modo que le puede pertenecer un objeto. Los hijos no son «propiedad» de los padres; los esposos no son «propiedad» el uno del otro. Pero se «pertenecen» de un modo mucho más profundo de lo que pueda pertenecer a uno, por ejemplo, un trozo de madera, un terreno o cualquier otra cosa llamada «propiedad». Los hijos «pertenecen» a los padres y son a la vez criaturas libres de Dios, cada uno con su vocación, con su novedad y su singularidad ante Dios. No se pertenecen como una posesión, sino en la responsabilidad. Se pertenecen precisamente por el hecho de que aceptan la libertad del otro y se sostienen el uno al otro en el conocerse y amarse; son libres y al mismo tiempo una sola cosa para siempre en esta comunión. De este modo, tampoco las «ovejas», que justamente son personas creadas por Dios, imágenes de Dios, pertenecen al pastor como objetos; en cambio, es así como se apropian de ellas el ladrón y el salteador. Ésta es precisamente la diferencia entre el propietario, el verdadero pastor y el ladrón: para el ladrón, para los ideólogos y dictadores, las personas son sólo cosas que se poseen. Pero para el verdadero pastor, por el contrario, son seres libres en vista de alcanzar la verdad y el amor; el pastor se muestra como su propietario precisamente por el hecho de que las conoce y las ama, quiere que vivan en la libertad de la verdad. Le pertenecen mediante la unidad del «conocerse», en la comunión de la Verdad, que es él mismo. Del mismo modo que va unidos Logos y encarnación, Logos y pasión, también conocerse y entregarse son en el fondo una misma cosa”.  Segunda interrelación: el conocimiento mutuo entre el Padre y el Hijo se entrecruza con el conocimiento mutuo entre el pastor y las ovejas. Sólo en Dios y a través de Dios se conoce verdaderamente al hombre.. pp. 331-332 “Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas” (10, 14s). • “El conocimiento mutuo entre el Padre y el Hijo se entrecruza con el conocimiento mutuo entre el pastor y las ovejas. El conocimiento que une a Jesús con los suyos se encuentra dentro de su unión cognoscitiva con el Padre. Los suyos están entretejidos en el diálogo trinitario … (…) La compenetración de estos dos niveles del conocer resulta de suma importancia para entender la naturaleza del «conocimiento» de la que habla el Evangelio de Juan. Trasladando esto a nuestra experiencia vital, podemos decir: sólo en Dios y a través de Dios se conoce verdaderamente al hombre. Un conocer que reduzca al hombre a la dimensión empírica y tangible no llega a lo más profundo de su ser. El hombre sólo se conoce a sí mismo cuando aprende a conocerse a partir de Dios, y sólo conoce al otro cuando ve en él el misterio de Dios.  El pastor no debe sujetar a los hombres a él mismo, a su pequeño yo. El conocimiento recíproco debe ser un encontrarse juntos en Dios y dirigirse hacia Él. Para el pastor al servicio de Jesús eso significa que no debe sujetar a los hombres a él mismo, a su pequeño yo. El conocimiento recíproco que le une a las «ovejas» que le han sido confiadas debe tender a introducirse juntos en Dios y dirigirse hacia Él; debe ser, por tanto, un encontrarse en la comunión del conocimiento y del amor de Dios. El pastor al servicio de Jesús debe llevar siempre más allá de sí mismo para que el otro encuentre toda su libertad; y por ello, él mismo debe ir también siempre más allá de sí mismo hacia la unión con Jesús y con el Dios trinitario.” (…) 5. La unidad pp. 332-333 • (…) “ La misión de Jesús como pastor no sólo tiene que ver con las ovejas dispersas de la 5 casa de Israel, sino que tienden, en general, «a reunir a todos los hijos de Dios que estaban dispersos» (11,52). (…) «Recibiréis la fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines del mundo» (Hechos 1,8). (…) “Aquí se nos muestra con claridad la razón interna de esta misión universal: hay un solo pastor. El Logos, que se ha hecho hombre en Jesús, es el pastor de todos los hombres, pues todos han sido creados mediante aquel único Verbo; aunque estén dispersos, todos son uno a partir de Él y envista de él. (…)  B. Benedicto XVI Encíclica «Spe salvi», sobre la esperanza cristiana, n. 6 30 noviembre 2007 El filósofo y el pastor en la cultura pre-cristiana y en el cristianismo  El filósofo: quien sabía enseñar el arte de vivir y morir; quien sabe indicar verdaderamente el camino de la vida 6. Los sarcófagos de los primeros tiempos del cristianismo muestran visiblemente esta concepción, en presencia de la muerte, ante la cual es inevitable preguntarse por el sentido de la vida. En los antiguos sarcófagos se interpreta la figura de Cristo mediante dos imágenes: la del filósofo y la del pastor. En general, por filosofía no se entendía entonces una difícil disciplina académica, como ocurre hoy. El filósofo era más bien el que sabía enseñar el arte esencial: el arte de ser hombre de manera recta, el arte de vivir y morir. Ciertamente, ya desde hacía tiempo los hombres se habían percatado de que gran parte de los que se presentaban como filósofos, como maestros de vida, no eran más que charlatanes que con sus palabras querían ganar dinero, mientras que no tenían nada que decir sobre la verdadera vida. Esto hacía que se buscase con más ahínco aún al auténtico filósofo, que supiera indicar verdaderamente el camino de la vida. o Cristo, el verdadero filósofo Hacia finales del siglo III encontramos por vez primera en Roma, en el sarcófago de un niño y en el contexto de la resurrección de Lázaro, la figura de Cristo como el verdadero filósofo, que tiene el Evangelio en una mano y en la otra el bastón de caminante propio del filósofo. Con este bastón Él vence a la muerte; el Evangelio lleva la verdad que los filósofos deambulantes habían buscado en vano. En esta imagen, que después perdurará en el arte de los sarcófagos durante mucho tiempo, se muestra claramente lo que tanto las personas cultas como las sencillas encontraban en Cristo: Él nos dice quién es en realidad el hombre y qué debe hacer para ser verdaderamente hombre. Él nos indica el camino y este camino es la verdad. Él mismo es ambas cosas, y por eso es también la vida que todos anhelamos. Él indica también el camino más allá de la muerte; sólo quien es capaz de hacer todo esto es un verdadero maestro de vida.  Cristo Pastor: conoce el camino que pasa por el valle de la muerte y nos acompaña para atravesarlo Lo mismo puede verse en la imagen del pastor. Como ocurría para la representación del filósofo, también para la representación de la figura del pastor la Iglesia primitiva podía referirse a modelos ya existentes en el arte romano. En éste, el pastor expresaba generalmente el sueño de una vida serena y sencilla, de la cual tenía nostalgia la gente inmersa en la confusión de la ciudad. Pero ahora la imagen era contemplada en un nuevo escenario que le daba un contenido más profundo: « El Señor es mi pastor, nada me falta... Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo... » (Sal 22,1-4). El verdadero pastor es Aquel que conoce también el camino que pasa por el valle de la muerte; Aquel que incluso por el camino de la última soledad, en el que nadie me puede acompañar, va conmigo guiándome para atravesarlo: Él mismo ha recorrido este camino, ha bajado al reino de la muerte, la ha vencido, y ha vuelto para acompañarnos ahora y darnos la certeza de que, con Él, se encuentra siempre un paso abierto. Saber que existe Aquel que me acompaña incluso en la muerte y que con su « vara y su cayado me sosiega », de modo que « nada temo » (cf. Sal 22,4), era la nueva « esperanza » que brotaba en la vida de los creyentes. www.parroquiasantamonica.com Vida Cristiana

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