martes, 27 de junio de 2017

Las ollas de carne de Egipto y el pueblo de Israel: su liberación no sólo de Egipto sino también de la rutina y del letargo. La fe fue probada en el desierto. Moisés debía llevar a cabo la tarea de liberar un pueblo contra su propio corazón cautivo. El alimento que permanece para la vida eterna: Jesús hace presente el verdadero significado de nuestro existir terreno, el sentido de la vida. La aceptación del mensaje de Cristo sin reducciones de comodidad.





1 Las ollas de carne de Egipto y el pueblo de Israel: su liberación no sólo de Egipto sino también de la rutina y del letargo. La fe fue probada en el desierto. Moisés debía llevar a cabo la tarea de liberar un pueblo contra su propio corazón cautivo. El alimento que permanece para la vida eterna: Jesús hace presente el verdadero significado de nuestro existir terreno, el sentido de la vida. La aceptación del mensaje de Cristo sin reducciones de comodidad. Cfr. Dom 18 tiempo ordinario ciclo B 26 julio 2009 Juan 6, 24-35; Efesios 4, 17-20-24; Exodo 16, 2-4.12-15 Éxodo 16, 2-4.12-15: 2 Toda la comunidad de los israelitas empezó a murmurar contra Moisés y Aarón en el desierto. 3 Los israelitas les decían: «¡Ojalá hubiéramos muerto a manos de Yahveh en la tierra de Egipto cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta hartarnos! Vosotros nos habéis traído a este desierto para matar de hambre a toda esta asamblea. » 4 Yahveh dijo a Moisés: « Mira, yo haré llover sobre vosotros pan del cielo; el pueblo saldrá a recoger cada día la porción diaria; así le pondré a prueba para ver si anda o no según mi ley. 12 « He oído las murmuraciones de los israelitas. Diles: Al atardecer comeréis carne y por la mañana os hartaréis de pan; y así sabréis que yo soy Yahveh, vuestro Dios. » 13 Aquella misma tarde vinieron las codornices y cubrieron el campamento; y por la mañana había una capa de rocío en torno al campamento. 14 Y al evaporarse la capa de rocío apareció sobre el suelo del desierto una cosa menuda, como granos, parecida a la escarcha de la tierra. 15 Cuando los israelitas la vieron, se decían unos a otros: « ¿Qué es esto? » Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo: « Este es el pan que Yahveh os da por alimento. Efesios 4, 17.20-24: 17 Os digo, pues, esto y os conjuro en el Señor, que no viváis ya como viven los gentiles, según la vaciedad de su mente. 20 . Pero no es éste el Cristo que vosotros habéis aprendido, 21 si es que habéis oído hablar de él y en él habéis sido enseñados conforme a la verdad de Jesús 22 a despojaros, en cuanto a vuestra vida anterior, del hombre viejo que se corrompe siguiendo la seducción de las concupiscencias, 23 a renovar el espíritu de vuestra mente, 24 y a revestiros del Hombre Nuevo, creado según Dios, en la justicia y santidad de la verdad. Juan 6, 24-35: 24 Cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm, en busca de Jesús. 25 Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: « Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí? » 26 Jesús les respondió: « En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. 27 Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello. 28 Ellos le dijeron: « ¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios? » 29 Jesús les respondió: « La obra de Dios es que creáis en quien él ha enviado. » 30 Ellos entonces le dijeron: « ¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti? ¿Qué obra realizas? 31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: Pan del cielo les dio a comer. » 32 Jesús les respondió: « En verdad, en verdad os digo: No fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo; 33 porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo.» 34 Entonces le dijeron: « Señor, danos siempre de ese pan. » 35 Les dijo Jesús: « Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed. 1. La primera Lectura: Israel añora el bienestar del tiempo de la esclavitud en Egipto A) El pueblo israelita clama a Dios porque está oprimido en Egipto y Dios escucha su clamor sacándolo de la esclavitud o Éxodo 3, 7-10 • 7 Dijo Yahveh: « Bien vista tengo la aflicción de mi pueblo en Egipto, y he escuchado su clamor en 2 presencia de sus opresores; pues ya conozco sus sufrimientos. 8 He bajado para librarle de la mano de los egipcios y para subirle de esta tierra a una tierra buena y espaciosa; a una tierra que mana leche y miel, al país de los cananeos, de los hititas, de los amorreos, de los perizitas, de los jivitas y de los jebuseos. 9Así pues, el clamor de los israelitas ha llegado hasta mí y he visto además la opresión con que los egipcios los oprimen. 10Ahora, pues, ve; yo te envío al Faraón, para que saques a mi pueblo, los israelitas, de Egipto. B) El pueblo de Israel, cuando está en el desierto en el camino de la libertad y hacia la tierra prometida, murmura contra Dios: añora su bienestar en la esclavitud, las ollas de carne con las que los capataces alimentaban a los que hacían los trabajos pesados. o Éxodo 16, 2-4 • 2 Toda la comunidad de los israelitas empezó a murmurar contra Moisés y Aarón en el desierto. 3 Los israelitas les decían: «¡Ojalá hubiéramos muerto a manos de Yahveh en la tierra de Egipto cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta hartarnos! Vosotros nos habéis traído a este desierto para matar de hambre a toda esta asamblea. » C) La murmuración se debe a que no entiende por qué el Señor le lleva por el desierto hacia la tierra prometida. Era el lugar de preparación – lugar de paso - para la entrada en la Tierra Prometida • Más allá de las numerosas connotaciones del desierto (lugar hostil: morada de fieras como leones, chacales, hienas, serpientes, escorpiones, etc. aunque no faltan fuentes y pozos repartidos por su geografía, para alivio de personas y animales; el lugar de la tentación, etc.), era el lugar de purificación como preparación inmediata a la entrada en la Tierra Prometida, en el Reino de Dios. • Oseas 2, 16-17: 16 Por eso yo voy a seducirla; la llevaré al desierto y hablaré a su corazón. 17 Allí le daré sus viñas, el valle de Akor lo haré puerta de esperanza; y ella responderá allí como en los días de su juventud, como el día en que subía del país de Egipto. El lugar donde el Señor prueba la fe y conoce el corazón de su pueblo y que los profetas recordarán como la edad de oro de Israel. Es el lugar del nacimiento de Israel y donde adquiere su identidad. Junto a las necesidades (sed, hambre, etc.), Israel experimenta la maravillosa providencia de Dios. • Deuteronomio 8, 2-19: 2Acuérdate de todo el camino que Yahveh tu Dios te ha hecho andar durante estos cuarenta años en el desierto para humillarte, probarte y conocer lo que había en tu corazón: si ibas o no a guardar sus mandamientos. 3 Te humilló, te hizo pasar hambre, te dio a comer el maná que ni tú ni tus padres habíais conocido, para mostrarte que no sólo de pan vive el hombre, sino que el hombre vive de todo lo que sale de la boca de Yahveh. 4 No se gastó el vestido que llevabas ni se hincharon tus pies a lo largo de esos cuarenta años. 5 Date cuenta, pues, de que Yahveh tu Dios te corregía como un hombre corrige a su hijo, 6 y guarda los mandamientos de Yahveh tu Dios siguiendo sus caminos y temiéndole. 7 Pues Yahveh tu Dios te conduce a una tierra buena, tierra de torrentes, de fuentes y hontanares que manan en los valles y en las montañas, 8 tierra de trigo y de cebada, de viñas, higueras y granados, tierra de olivares, de aceite y de miel, 9 tierra donde el pan que comas no te será racionado y donde no carecerás de nada; tierra donde las piedras tienen hierro y de cuyas montañas extraerás el bronce. 10 Comerás hasta hartarte, y bendecirás a Yahveh tu Dios en esa tierra buena que te ha dado. 11 Guárdate de olvidar a Yahveh tu Dios descuidando los mandamientos, normas y preceptos que yo te prescribo hoy; 12 no sea que cuando comas y quedes harto, cuando construyas hermosas casas y vivas en ellas, 13 cuando se multipliquen tus vacadas y tus ovejas, cuando tengas plata y oro en abundancia y se acrecienten todos tus bienes, 14 tu corazón se engría y olvides a Yahveh tu Dios que te sacó del país de Egipto, de la casa de servidumbre; 15 que te ha conducido a través de ese desierto grande y terrible entre serpientes abrasadoras y escorpiones: 3 que en un lugar de sed, sin agua, hizo brotar para ti agua de la roca más dura; 16 que te alimentó en el desierto con el maná, que no habían conocido tus padres, a fin de humillarte y ponerte a prueba para después hacerte feliz. 17 No digas en tu corazón: « Mi propia fuerza y el poder de mi mano me han creado esta prosperidad », 18 sino acuérdate de Yahveh tu Dios, que es el que te da la fuerza para crear la prosperidad, cumpliendo así la alianza que bajo juramento prometió a tus padres, como lo hace hoy. 19 Pero si llegas a olvidarte de Yahveh tu Dios, si sigues a otros dioses, si les das culto y te postras ante ellos, yo certifico hoy contra vosotros que pereceréis. Deuteronomio 32, 8-10: 8 Cuando el Altísimo repartió las naciones, cuando distribuyó a los hijos de Adán, fijó las fronteras de los pueblos, según el número de los hijos de Dios; 9 mas la porción de Yahveh fue su pueblo, Jacob su parte de heredad. 10 En tierra desierta le encuentra, en la soledad rugiente de la estepa. Y le envuelve, le sustenta, le cuida, como a la niña de sus ojos. 11 Como un águila incita a su nidada, revolotea sobre sus polluelos, así el despliega sus alas y te toma, y le lleva sobre su plumaje. Jeremías 2,2: 2 Ve y grita a los oídos de Jerusalén: Así dice Yahveh: De ti recuerdo tu cariño juvenil, el amor de tu noviazgo; aquel seguirme tú por el desierto, por la tierra no sembrada. Oseas 9, 10: 10 Como uvas en desierto encontré yo a Israel, como breva de higuera en sus primicias vi a vuestros padres. Pero al llegar ellos a Baal Peor se consagraron a la Infamia, y se hicieron abominables como el objeto de su amor. Salmo 136, 16: 16 Guió a su pueblo en el desierto, porque es eterno su amor. Amós 2, 10: 10 Y yo os hice subir a vosotros del país de Egipto y os llevé por el desierto cuarenta años, para que poseyeseis la tierra del amorreo. 2. Evangelio, Juan 6,27.29: Obrad no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para la vida eterna. «La obra de Dios es que creáis en quien él ha enviado.» • Más allá de la legítima preocupación por que en este mundo todos dispongamos de los bienes necesarios para vivir dignamente, el Señor pide que no centremos la vida en la consecución de un bien material a costa de perder nuestra dignidad de hijos de Dios, sino que busquemos el sentido de nuestra existencia en Él mismo. Jesús, pan de vida, se nos presenta como único y verdadero significado de la existencia humana. Cfr. Juan Pablo II, Homilía del domingo 18 del tiempo ordinario, Ciclo B, 5 de agosto de 1979. Santa Misa para el "Centro Italiano della Solidarietà", Castelgandolfo. • (…) Este es precisamente, según me parece, el tema central de la liturgia de este domingo, en la que Jesús, pan de vida, se nos presenta como único y verdadero significado de la existencia humana. (…) Esta es, pues, la cuestión esencial: dar un sentido al hombre, a sus opciones, a su vida, a su historia. o Jesús puede resolver la "cuestión del sentido" de la vida y de la historia del hombre. • Jesús tiene la respuesta a estos interrogantes nuestros; El puede resolver la "cuestión del sentido" de la vida y de la historia del hombre. Aquí está la lección fundamental de la liturgia de hoy. A la muchedumbre que le ha seguido, desgraciadamente sólo por motivos de interés material, al haber sido saciada gratuitamente con la multiplicación milagrosa de los panes y de los peces, Jesús dice con seriedad y autoridad: "Procuraos no el alimento perecedero, sino el alimento que permanece hasta la vida eterna, el que el Hijo del hombre os da" (Jn 6, 27). Dios se ha encarnado para iluminar, más aún, para ser el significado de la vida del hombre. Es necesario creer esto con profunda y gozosa convicción; es necesario vivirlo con constancia y coherencia; es necesario anunciar y testimoniar esto, a pesar de las tribulaciones de los tiempos y de las ideologías adversas, casi siempre tan insinuantes y perturbadoras. o Es claro que Jesús no elimina la preocupación normal y la búsqueda del alimento cotidiano y de todo lo que puede hacer que la vida humana 4 progrese más, se desarrolle más y sea más satisfactoria. Pero Jesús hace presente que el verdadero significado de nuestro existir terreno está en la eternidad, y que toda la historia humana con sus dramas y alegrías debe ser contemplada en perspectiva eterna. • Y, ¿de qué modo es Jesús el significado de la existencia del hombre? El mismo lo explica con claridad consoladora: "Mi Padre os da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que bajó del cielo y da la vida al mundo... Yo soy el pan de vida; el que viene a mí, ya no tendrá más hambre y el que cree en mí, jamás tendrá sed" (Jn 6, 32-35). Jesús habla simbólicamente, evocando el gran milagro del maná dado por Dios al pueblo judío en la travesía del desierto. Es claro que Jesús no elimina la preocupación normal y la búsqueda del alimento cotidiano y de todo lo que puede hacer que la vida humana progrese más, se desarrolle más y sea más satisfactoria. Pero la vida pasa indefectiblemente. Jesús hace presente que el verdadero significado de nuestro existir terreno está en la eternidad, y que toda la historia humana con sus dramas y alegrías debe ser contemplada en perspectiva eterna. Cristo es el “pan”, la comida del alma para nuestra peregrinación terrena: con sus Palabras 1 y con su misma Persona presente en el sacramento de la Eucaristía. También nosotros, como el pueblo de Israel, vivimos sobre la tierra la experiencia del Éxodo; la "tierra prometida" es el cielo. Dios, que no abandonó a su pueblo en el desierto, tampoco abandona al hombre en su peregrinación terrena. Le ha dado un "pan" capaz de sustentarlo a lo largo del camino: el "pan" es Cristo. El es ante todo la comida del alma con la verdad revelada y después con su misma Persona presente en el sacramento de la Eucaristía. ¡El hombre tiene necesidad de la trascendencia! ¡El hombre tiene necesidad de la presencia de Dios en su historia cotidiana! ¡Sólo así puede encontrar el sentido de la vida! Pues bien, Jesús continúa diciendo a todos: "Yo soy el camino, la verdad y la vida" (Jn 14, 6); "Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no anda en tinieblas, sino que tendrá luz de vida" (Jn 8, 12); "Venid a mí todos los que estáis fatigados y cargados, que yo os aliviaré" (Mt 11, 28). o Es necesario el cambio de la mentalidad pagana a la mentalidad de Cristo, aceptando su mensaje sin reducciones de comodidad, despojándonos del hombre viejo y revistiéndonos del hombre nuevo (cfr. 2ª lectura de hoy, Efesios 4,17.20-24). • La reflexión ahora recae sobre cada uno de nosotros. En efecto, depende de nosotros captar el significado que Cristo ha venido a ofrecer a la existencia humana y "encarnarlo" en nuestra vida. Depende del interés de todos "encarnar" este significado en la historia humana. ¡Gran responsabilidad y sublime dignidad! Es necesario, para este fin, un testimonio coherente y valiente de la propia fe. San Pablo, escribiendo a los Efesios 2 , traza, en este sentido, un programa concreto de vida: — es necesario, ante todo, abandonar la mentalidad mundana y pagana: "Os digo, pues, y testifico en el Señor que no os portéis como se conducen los gentiles, en la unidad de su mente"; — después, es necesario cambiar la mentalidad mundana y terrestre en la mentalidad de Cristo; "Dejando, pues, vuestra antigua conducta, despojaos del hombre viejo, viciado por las concupiscencias seductoras"; — finalmente, es necesario aceptar todo el mensaje de Cristo, sin reducciones de comodidad, y vivir según su ejemplo: 'Renovaos en el espíritu de vuestra mente y vestíos del hombre nuevo, creado según Dios en justicia y santidad verdaderas" (Ef 4, 17. 20-24). Queridísimos, como veis, se trata de un programa muy comprometido, bajo ciertos aspectos podría decirse, desde luego, heroico; sin embargo, debemos presentarlo a nosotros y a los demás en su integridad, contando con la acción de la gracia, que puede dar a cada uno la generosidad de aceptar la responsabilidad de las propias acciones en perspectiva eterna y para el bien de la sociedad. 1 Nota de Redacción: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4,4), Canto antes del Evangelio de este domingo 18. 2 Segunda Lectura de hoy: Efesios 4, 17.20-24 5 Id, pues, adelante con confianza y con interés generoso, buscando cada día nuevo impulso y alegría en la devoción a Jesús Eucarístico y en la confianza en María Santísima. Me complace concluir citándoos un pensamiento de mi venerado predecesor Pablo VI de quien mañana celebramos el primer aniversario de su piadoso tránsito: "Ante el arreciar de intereses contrastantes, dañosos para el auténtico bien del hombre, hay que proclamar de nuevo bien alto las formidables palabras del Evangelio que son las únicas que han dado luz y paz a los hombres en análogas convulsiones de la historia" (Discurso a los cardenales, 21 de junio de 1976; cf. Pablo VI, Enseñanzas al Pueblo de Dios, pág. 292). (…) 3. Moisés y el pueblo de Israel en el desierto Cfr. Romano Guardini, El Señor, Ediciones Cristiandad 2ª ed. 2005, pp. 303-305 Moisés debía liberar a Israel no sólo de Egipto, sino también de la rutina y del letargo que invadía su corazón. En el monte Oreb, Dios lo llamó y lo envió a sacar a su pueblo de la esclavitud de Egipto (Éxodo 3). Moisés se resistió; desde luego sabía lo que le esperaba. En torno a a Abrahán había un inmenso horizonte de posibilidades divinas. En cambio a Moisés se le imponía un terrible yugo, que se expresa cuando se dice que era torpe de palabra y se trababa la lengua. A la sazón, el pueblo de Abrahán era numeroso y fuerte, pero estaba esclavizado. Moisés debía conducirlo a la libertad. Eso significaba no sólo liberarlo de la gran potencia egipcia. Dios estaba ciertamente con él. Por eso, si el pueblo hubiera querido realmente ser libre, ¿quién habría podido impedirlo? Pero en el fondo no quería. Liberarlo significaba, por tanto, sacar a una multitud de la abulía de una vida rutinaria. Es cierto que el pueblo había clamado a Dios por su liberación, pero habría visto colmada su súplica, si su esclavitud se hubiera aliviado y hubieran mejorado sus condiciones de vida. Ahora debían salir de una rutina secular, marchar al desierto, hacia un destino desconocido, por lo que se requería valor y audacia. Liberarlos de su rutina, vencer su resistencia y hacerlos despertar del letargo que invadía su corazón, ésa era la tarea de Moisés. Una tarea que implicaba interminables fatigas. Mientras estaba en el monte Sinaí ayunando durante cuarenta días, haciendo un tremendo esfuerzo espiritual delante de Dios y recibiendo las tablas de la Ley, en el campamento sucedió algo terrible. Aarón, el sumo sacerdote, fundió un ídolo, un becerro de oro, con las joyas del pueblo. Cuando Moisés bajó del monte los encontró en plena borrachera de culto idolátrico. El golpe fue tan duro que rompió contra el suelo las tablas de la Ley (Éxodo 32, 19) ¡Todo un símbolo! Moisés debía llevar a cabo la tarea de liberar un pueblo de su propio corazón cautivo. A Moisés se le confió la tarea de imponer la voluntad de Dios a un pueblo de dura cerviz, de llevar a cabo la liberación de ese pueblo contra su propio corazón cautivo. Con razón se ha dicho de él que fue el más maltratado de los hombres. La historia de la marcha por el desierto es la historia de una lucha continua no sólo contra las dificultades de semejante tarea, contra la hostilidad de la naturaleza y la oposición de los pueblos enemigos, sino también contra la apatía y la terquedad de su propia gente. El pueblo tan pronto se entusiasma como se desanima. Se compromete con juramento sagrado y cuando llega la prueba lo olvida todo. Empieza bien, pero falla enseguida. En los momentos difíciles da la impresión de que la experiencia de las estremecedoras señales dadas por Dios desaparece y el pueblo se comporta como cualquier grupo humano en tiempos de miseria e inclemencia; incluso con mayor mezquindad de lo que cualquier otro pueblo en guerra se habría permitido. Pero después vuelve su temeridad habitual y corre implacablemente a su perdición. Parece como si Israel no percibiera el misterio de su «peregrinación por el desierto». A menudo es como si no percibiera el misterio de su «peregrinación por el desierto», como si no entendiera nada del Dios que va delante de él; como si no viera en absoluto la grandeza de su jefe. Se irrita, es terco, indolente, malvado. El relato de la marcha hacia la tierra prometida narra la lucha ardua y desesperante que tiene que sostener una férrea voluntad fiel a Dios contra todo el peso de la miseria humana. Moisés, el más paciente de todos los hombres, tiene que llevar al pueblo entero a sus espaldas. www.parroquiasantamonica.com

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