martes, 27 de junio de 2017

Los cristianos hemos de invitar al Señor y acogerlo, como los discípulos de Emaús





Los cristianos hemos de invitar al Señor y acogerlo, como los discípulos de Emaús Le reconocieron en la fracción del pan. Jesús premia la hospitalidad, la acogida. San Agustín, Sermón 235, 1-4 El Señor Jesús, después de haber resucitado de los muertos, encontró en el camino dos de sus discípulos, que conversaban juntos sobre los hechos del día, y les dijo: "Qué son estos discursos que vais haciendo entre de vosotros, y por qué estáis tristes"?, etcétera; el hecho es contado sólo por el evangelista Lucas. Marcos se limita a decir que se apareció a dos discípulos a lo largo del camino (cf. Mc 16,12.13), pero omitió lo que ellos dijeron al Señor, y también lo que éste les dijo. ¿Cristo con los discípulos por "camino". ¿Qué cosa nos ha aportado esta lección? Algo grande, si procuramos comprender. Jesús apareció: fue visto con los ojos, pero no fue reconocido. (...) "Nosotros", dicen ellos, "esperábamos que habría realizado la redención de Israel". O discípulos, vosotros esperábais; es decir, ¿ya no esperáis más? ¡He aquí que Cristo vive, mientras la esperanza ha muerto en vosotros! Ciertamente Cristo vive. Y Cristo vivo encontró muertos los corazones de los discípulos: a sus ojos apareció y no apareció; y fue visto y se escondió. (...) Sin duda lo vieron, pero no lo reconocieron. "Sus ojos, en efecto, estaban pesados y eran incapaces de reconocerlo", como hemos sentido. No dice que fueron incapaces de ver, sino que fueron incapaces de reconocerlo. "Por qué Cristo quiso ser reconocido en la fracción del pan. ¿Fué el premio de la hospitalidad". Ánimo, hermanos, ¿dónde quiso ser reconocido el Dios? En la fracción del pan. Estemos seguros, si partimos el pan conoceremos al Señor. Él sólo ha querido ser conocido allí. (...) Aquellos dos, cuando hablaba con ellos el Señor, no tenían fe: porque no creían que había resucitado, no esperaban que pudiera resurgir. Habían perdido la fe, habían perdido la esperanza. Caminaban muertos junto a la misma vida. Caminaba con ellos la vida, pero, en sus corazones, la vida todavía no había sido reclamada. También tú, por lo tanto, si quieres tener la vida, haz lo que ellos hicieron, para que tú conozcas al Señor. Ellos le ofrecieron hospitalidad. El señor, en efecto, era como alguien que quiere continuar su camino, ellos pero lo retuvieron. Y después de haber llegado al lugar donde se dirigían, le dijeron: "Quédate aquí con nosotros, ya que está atardeciendo, y el día se está acabando". Acoge al huésped, si quieres conocer al Salvador. Lo que se llevó la infidelidad, lo devolvió la hospitalidad. El Señor, pues, se hizo conocer en la fracción del pan. www.parroquiasantamonica.com

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